E
l Tribunal Oral Criminal Federal 1 (TOCF 1) de La Plata llevó a cabo el viernes una audiencia donde se conocieron las sentencias del juicio contra 21 represores vinculados a crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura cívico militar en el centro clandestino de detención conocido como “La Cacha”, de la localidad de Olmos. Luego de las lecturas, cerca del final de la audiencia, Miguel Etchecolatz, uno de los condenados, anotó en un papel el nombre de Jorge Julio López, testigo clave en la causa que se encuentra desaparecido por última vez desde 2006, e intentó entregárselo al Tribunal, en un gesto casi mafioso y provocador. El fotógrafo Leo Vaca, del portal Infojus, consiguió registrar de cerca el papel y al respecto expresó: "En otro ángulo fotográfico, la lectura del papel sugiere un dato que, de comprobarse, sería aún más horrendo. De forma entrecortada, aparecerían la palabras `secuestro´ y el verbo `secuestra'. En rigor, si se ordena su peritaje, la precisión echaría más luz sobre la exactitud del mensaje". Luego fuentes judiciales "mostraron cautela ante el hecho, aunque enfatizaron que tomarán las medidas correspondientes" para conocer el objetivo del mensaje. Para ello se espera que en los próximos días, Etchecolatz, sea interrogado. El represor Miguel Osvaldo Etchecolatz fue la mano derecha del exgeneral Ramón Camps, y el responsable directo de la Noche de los Lápices. En 2006, luego de la anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final fue enjuiciado nuevamente y condenado a reclusión perpetua por genocidio. Lo cierto es que la última provocación de Etchecolatz antes de regresar a la cárcel evidenció un hecho: el de no pasar desapercibido ante la desaparición de Julio López. Fuentes judiciales mostraron cautela ante el hecho, aunque enfatizaron que tomarán las medidas correspondientes. Se calcula que, en los próximos días, se lo interrogará sobre por qué quiso acercar el papel a la justicia. Más sobre Etchecolatz Excomisario, Etchecolatz fue director de investigaciones de la policía bonaerense entre marzo de 1976 y fines de 1977. Era la mano derecha del exgeneral Ramón Camps. En 1986 fue sentenciado a 23 años de cárcel como responsable de 91 tormentos. Después de la anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final de 2003, fue el segundo condenado por delitos de lesa humanidad en un juicio donde fue el único acusado. Ocurrió en 2006, cuando tuvo sentencia a prisión perpetua por seis homicidios. Entonces Jorge Julio López –desaparecido en 2006- lo señaló como uno de los torturadores. En una de las audiencias del juicio de La Cacha, se desmayó mientras declaraba una sobreviviente y el debate se suspendió. En otro momento del juicio pidió hablar y dijo que la dictadura luchó contra “insectos foráneos”. En La Cacha lo acusan del homicidio agravado de los militantes montoneros Luis Eduardo Sixto Bearzi y Marcelo Gabriel José Bettini. En el juicio, protagonizó varios sucesos que bordearon el escándalo y la polémica. En la audiencia del 5 de febrero de 2014, el arquitecto de la represión en la provincia de Buenos Aires tomó la palabra y, fiel a su estilo, provocó a la audiencia. "Por mi cargo me tocó matar, y lo haría de nuevo", dijo. Después, agregó : “Defendimos a la patria y nuestros soldados fueron muertos en enfrentamientos ocasionados por los terroristas. Fuimos en defensa del hombre civilizado, y del derecho a la familia cristiana”. En mayo, se desmayó escuchando a una sobreviviente. Lo llevaron al Hospital San Martín con un pico de presión. Dos semanas después, visiblemente recuperado, volvió a declarar. Dijo que en los ´70, llegaban “insectos foráneos” y se “entrometían en el país”. El ex comisario intentó desligarse del asesinato de Marcelo Bettini, militante de Montoneros. Y, una vez más, se adjudicó el papel de víctima: objeto de la venganza jurídica de quienes fueron derrotados bajo la ley de las armas en aquella época, donde asesinó y mandó a asesinar “en combate”. - ¿A qué se refiere con insectos foráneos?- repreguntó Rozanski. - Los que llegaban desde Cuba, de afuera. No solo personas, también ideas- respondió el represor, sin titubear.