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a tensión en los tribunales de los Estados Unidos llegó al máximo, luego de que la Argentina acusara al juez y al mediador de "actuar con parcialidad" a favor de los holdouts. Ante esa denuncia, Thomas Griesa advirtió que podría declarar al país en desacato. Pero nadie tiene bien en claro qué implicaría eso. Al ser consultado al respecto en su habitual conferencia de prensa, Jorge Capitanich señaló: "Eso habría que preguntárselo al juez Griesa, porque la verdad es que en la condición de país soberano no existe el desacato salvo violando la inmunidad soberana del país". Por eso, el jefe de Gabinete puso sus esperanzas en que el Tribunal de La Haya acepte tomar la presentación argentina contra los Estados Unidos, país al que consideró "responsable por la actuación de uno de sus tres poderes". "Lo que uno espera es que los Estados Unidos promuevan una resolución pacífica a esta controversia en el marco de su política exterior", explicó. En tanto, las estrategias para hacer frente al fallo se multiplican: mientras algunos bancos negocian comprar a los holdouts la deuda que Argentina debe pagarles y el gobierno nacional mantiene tensas conversaciones para aplazar la discusión hasta enero y no disparar la cláusula RUFO, los bonistas que sí ingresaron al canje presionan al Bank of New York (BONY) para que les entregue el dinero que el país intenta transferirles. La semana pasada, el gobierno nacional acusó al juez y al mediador Daniel Pollack de actuar con "parcialidad" para beneficiar a los holdouts. La defensa argentina incluso llegó a pedir que el "special master" sea removido de su cargo por su incapacidad de encausar las conversaciones. Sin embargo, la solicitud fue rechazada el lunes pasado por el magistrado. Tras el fracaso del intento de los bancos argentinos por comprarle la deuda a los holdouts, ahora entidades financieras internacionales mantienen conversaciones para lograr la transacción. Su ganancia estaría en el importante aumento que obtendrían todos los bonos argentinos en cuanto se destrabe la cuestión. Mientras tanto, esperarían a cobrar la deuda comprada en enero, cuando venza la cláusula RUFO que dispararía deudas multimillonarias para el país. Por ahora ninguna conversación llegó a buen puerto. En las últimas horas, una nueva alternativa surgió: esos mismos bancos podrían prestarle el dinero a grandes empresas internacionales para que compren la deuda. Habrá que ver si esta opción llega a buen puerto o termina por ser una de las tantas opciones que se barajan por estas horas.