C
omo en cada una de sus intervenciones frente al Congreso, la presidente Cristina Kirchner inauguró la 132 Asamblea Legislativa con un discurso cargado de cifras y estadísticas. Y aunque abarcó un sinfín de temas, se fue con las críticas de una oposición que en general valoró sus palabras, pero subrayó que no habló de inseguridad ni de inflación, dos temas candentes de la agenda política. Buena parte del discurso de casi tres horas se centró en la economía. "Volvimos a crecer y estamos en el proceso más virtuoso de los últimos 200 años", sentenció antes de sacar a relucir dos informes supuestamente neutrales, del Banco Mundial y de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). La presidente destacó que ambos trabajos elogian al país, aunque omitió aclarar que utilizan estadísticas oficiales. En cuanto al primero, señaló con una cuota de ironía. "Afortunadamente en esto que algunos denominan 'relato', nos acompañan otros relatores internacionales, como el Banco Mundial, que elogió la reducción de la pobreza y la desigualdad en Argentina, y resaltó el rol de lo que llama 'gasto público social', pero que para nosotros es una inversión". En tanto, sobre el informe de la FAO, aseguró que el organismo "reconoce el programa Precios Cuidados como una medida orientada a favorecer la disponibilidad de alimentos". Y concluyó con un dato duro: "Hoy argentina produce alimentos para 400 millones de personas". En ese marco, Cristina Kirchner consideró que "la bonanza tiene que ver con políticas sociales y transferencias a través de programas sociales, pero el centro de la reducción de la pobreza ha sido el surgimiento del trabajo legal y registrado, ya que hemos creado más de 6 millones de puestos de trabajo". Al concluir la pata estrictamente económica de la alocución, la mandataria habló de las automotrices y el impuesto a los vehículos de lujo. "Se dice que se cayó la venta por este gravamen, pero los números que tenemos no son estos. El principal factor que afecta al sector es la caída de las exportaciones y especialmente la demanda desde Brasil. No obstante, reconoció: "Si tenemos que corregir algo lo vamos a corregir". Uno de los pasajes más polémicos del discurso presidencial, que despertó elogios por derecha y críticas por izquierda, fue cuando la mandataria se quejó de los piquetes y pidió una "normativa" para regular esas protestas. "Aunque pensemos en las antípodas, por favor en el respeto a los ciudadanos pongámonos de acuerdo", lanzó, despertando el aplauso de los legisladores del PRO y la UCR, entre otros. También recordó (y repudió) que el secretario de Seguridad, Sergio Berni, está procesado por ordenar el desalojo de una protesta sobre la autopista Panamericana. La referencia de la mandataria se centró en dos temas que esta semana sacudieron la agenda de noticias: la jornada de protestas y piquetes en todo el país en repudio a la condena a los petroleros de Las Heras y la usurpación de tierras en Villa Lugano. Sobre el primero, defendió el curso de un expediente en el que propio fiscal reconoció (y justificó) que los acusados fueron torturados. Y en cuanto a la ocupación, aseguró que recibió un llamado del jefe de Gobierno, Mauricio Macri, con quien habría coincidido en la acusación del oficialismo contra el fiscal Carlos Rívolo, que no se hizo presente en el lugar la noche de la toma. Paritaria docente Nota aparte merece la referencia de la presidente a la paritaria docente federal, que está lejos de llegar a un acuerdo y podría terminar con un paro nacional de maestros el miércoles y jueves, en lo que debería ser los primeros días del ciclo lectivo en casi todo el país. "No puede ser que cada año sea un parto el inicio de clases por la discusión salarial", cuestionó, al tiempo que propuso correr las negociaciones salariales a junio para garantizar el inicio del período escolar. Además, hizo uno de los anuncios más importantes de su discurso: anticipó que buscará extender la escolaridad a la sala de 4 años. Otros tópicos En el plano internacional, centró su alocución en dos aspectos. Primero, el acuerdo con Irán. Aunque reconoció que el país persa "no lo cumple", destacó que "fue pensado y ejecutado para destrabar la causa". Y contó que invitó a la dirigencia de la AMIA y de la DAIA a presentar una alternativa, pero que le contestaron "que no le encontraron la vuelta". Por eso redobló la apuesta y llamó a la oposición a presentar proyectos "para lograr el objetivo, que es el que el fiscal pueda tomar declaración indagatoria a los iraníes acusados que viven en Irán". Como esperable, el otro tema de la agenda internacional fue la situación en Venezuela. Cristina denunció "un intento de golpe suave", sostuvo que "la democracia no es ni de derecha ni de izquierda, sino respeto por la voluntad del pueblo" y, aseguró que "nunca se le ocurriría" no defender a Chile o Colombia por tener gobiernos con otro "sesgo ideológico". Como dato de color, hubo dos menciones al senador Gerardo Morales. La primera, lisa y llana: cuando la mandataria enumeraba logros del Gobierno en base a datos oficiales sobre la economía, pero el gesto del legislador distrajo su atención. "No tiene que ser escéptico en que la política pueda ser mejor que los empresarios", le dijo, mientras el dirigente radical disentía con su cabeza. Luego volvió a apuntar contra él. Aunque no lo nombre, recordó que "alguien dijo que los pobres tenían hijos para cobrar la Asignación Universal por Hijo", y brindó un dato para desmentirlo: "Sólo el 3% de los que la cobran tienen 5 hijos". Después de pronunciar su discurso en el recinto durante 2:45 horas, la Presidente inauguró dos réplicas escultóricas de la artista Lola Mora, que fueron reinstaladas en la explanada del Congreso Nacional, y aprovechó la ocasión para dirigirse a las agrupaciones kirchneristas que se concentraron al aire libre, publicó Infobae.