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e la redacción de INFORME DIGITAL El ex senador nacional Luis Agustín Brasesco falleció en la madrugada de este sábado en Paraná a los 82 años. Estaba internado por complicaciones en su afección pulmonar. Los restos de Luis Agustín Brasesco son velados en Lampertti, en calle Echagüe. El 1 de septiembre desde las redes sociales se comenzó una cadena de oración por el dirigente radical. Trayectoria A pesar de haber militado en el radicalismo desde muy joven, recién a los 55 fue candidato a cargo electivo. Brasesco fue precandidato a gobernador en 1986, propuesto por el ex gobernador Sergio Montiel, pero perdió en la interna con Ricardo Lafferriere. También fue senador nacional por el radicalismo entre el 29 de noviembre de 1983 y el 9 de diciembre de 1992, secretario de la Convención Constituyente de 1994 y abogado laboralista ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Fue convencional en la reforma de la Carta Magna provincial, producida durante 2008. Además Brasesco fue funcionario de Carlos Contín en la década del 60, uno de los pocos abogados de Paraná que defendió a los presos políticos y a los familiares de desaparecidos en tiempos de la última dictadura. Una de sus últimas entrevistas fue el 7 de julio de 2013, al periodista Víctor Fleitas de El Diario, allí Brasesco ilustraría en una respuesta su pensamiento: -Desde el 83 ha tenido la suerte de estar cerca de eso que genéricamente se llama poder, ¿qué es, desde su experiencia? – Para nosotros el poder siempre fue algo con lo que había que relacionarse con mucho cuidado. Tuve mucha suerte de conocer y hablar con (Crisólogo) Larralde, de ir en camión a Córdoba con otros ‘mocosos’, a Villa María, a conversar con Amadeo Sabatini; y aprendimos de ellos una cultura, de locos si se quiere, por la que no pensábamos en hacernos ricos. Teníamos la fantasía de ser como San Martín cuando éramos jóvenes: que recordaran lo que hacíamos por 100 años o más después de morir. No pensábamos en la plata. Y yo estoy contento de haber sido así. Nos educaron en la política de una manera que, seguramente por las contingencias, teníamos claramente identificado qué era el régimen, la compra de conciencia, el soborno y, por lo tanto, el cuidado que se debía tener cuando se estaba en un lugar de decisión, dado que había en la sociedad gente con intereses fuertes que pugnaban por sacar provecho a como dé lugar. Así que cuando llegué, estaba en guardia. El poder, con el que hay que lidiar sin incinerarse, atrae a todos los factores de poder, ya sea que tengan una posición dominante o la quieran tener. Lo que ayuda es no desprenderse de lo que uno es, del lugar incluso geográfico al que pertenece, de las relaciones. Siendo senador, a Raúl Alfonsín le rechacé proyectos en los que estuvo mal asesorado, poniendo en riesgo en cierta forma la amistad profunda que nos unió y mellando, al menos durante un tiempo, la llegada mía a distintos ministerios. Pero hay que tener claro que el poder es la sociedad misma que acosa a todo lo que tenga autoridad o mando.