E
n el día del acto en conmemoración a los héroes y caídos en Malvinas, Sergio Jacobi no envió a su hijo Lucas a escoltar la bandera Argentina, para lo cual había sido distinguido en su colegio "San Antonio de Padua" de Santa Elena. En una carta enviada a las autoridades del instituto educacional de gestión privada de orientación católica, argumentó que tal decisión se debía a su posición antagónica al actual presidente municipal Domingo Rossi quien está condenado por enriquecimiento ilícito. En el escrito enviado a la directora del colegio "San Antonio de Padua", Estela Viana de González agradece “el reconocimiento al mérito del que ha sido objeto nuestro hijo”, sostiene que “la presencia de un condenado criminalmente, por la comisión de un grave delito contra la administración pública constituye una verdadera afrenta a uno de los objetivos más importantes de la educación. La transmisión de valores tales como la educación misma, la decencia, la honestidad, el espíritu de sacrificio para alcanzar metas deseables, el respeto a los demás y a la Patria misma, y otros no menos importantes que por razones de espacio omito, que se ven seriamente mancillados, vulgarizados, “convertidos en moneda de estropicio” y no hay ni habrá, porque no existe, modo o forma alguna de cambiar la historia. Un delincuente condenado por la justicia es eso. Ni más ni menos. Una argucia legal puede modificar un estado jurídico pero no una categoría ontológica”. Recalca que “un establecimiento educativo como el que Ud. preside, debería considerar seriamente tales circunstancias para establecer sus relaciones con la comunidad, sobre todo a partir de las sucesivas y recientes homilías del Papa Francisco que exhorta URBI et ORBI a luchar y combatir, entre otros flagelos que azotan al mundo, a la corrupción”. “Lucas no concurrirá a aquellos actos públicos presididos por el actual intendente, porque sus padres pretendemos enseñarle que el valor de la honestidad y la decencia públicas son valores irrenunciables e irreductibles. Como padres pretendemos evitarle a nuestro hijo, en el futuro, la vergüenza y el escarnio público que significa ser partícipe en el presente, aunque involuntario, de un acto de legitimación a quien por su condición no le corresponde. Confiamos plenamente en su entendimiento y comprensión”, concluyó Jacobi.