Lunes 10 de diciembre de 2012
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Interés general
Uruguay reconoce que Botnia contamina
Para el presidente de la delegación uruguaya ante la Caru, Gastón Silberman, “UPM contamina en casos aislados y en forma alternada”. También admitió que se oponen a que se informe a la población en tiempo real.
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Uruguay se opuso a publicar los informes científicos.
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E

l 27 de noviembre se realizó una interpelación en la Comisión de Asuntos Internacionales del parlamento uruguayo, donde asistieron el canciller Luis Almagro; el presidente de la delegación uruguaya ante la Comisión Administradora del Río Uruguay (Caru), el capitán de navío (R) Gastón Silberman; entre otros funcionarios. Allí, Silberman reconoció que la pastera Botnia (UPM) contamina “en casos aislados y en forma alternada”. Según publicó el diario El Argentino "la versión taquigráfica N° 1405 del 27 de noviembre de 2012 del parlamento uruguayo, donde constan estas declaraciones de forma textual, además de otras que dejan al descubierto la constante negativa uruguaya para que se informe a la población en tiempo real". Allí, Silberman hace un repaso a los parlamentarios desde la declaración conjunta de los Presidentes en Anchorena hasta el Acuerdo de Olivos y las notas reversales firmadas por los cancilleres donde se da una serie de pautas para proceder al monitoreo de la planta Orión, ex Botnia. Al responder por qué no se ha podido divulgar los informes de los monitoreos, Silberman reconoció que “ha habido diferencias en la interpretación de distintos elementos que han ido cambiando con el tiempo. Quiero aclarar que cuando se hace un ingreso a la planta de UPM, es a los alrededores, no al funcionamiento dentro de la planta”. “Las muestras que se toman se dividen en dos partes. Una, va para el Comité Científico y, la otra, para la Dinama. Lo mismo ocurre en el río Gualeguaychú. Es decir que en nuestro país, Dinama realiza los mismos análisis de las mismas muestras. Uruguay tiene los resultados de su propia Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama)”. “Con respecto a los monitoreos, en las notas reversales estaban establecidos tres planes específicos. El primero se está llevando adelante ahora en UPM y en la desembocadura del río Gualeguaychú; el segundo se hará en cuanto a la calidad de aguas a lo largo de los quinientos kilómetros de aguas comunes jurisdiccionales del río Uruguay, desde Nueva Palmira, Punta Gorda, hasta el Río Cuareim; el tercero será un monitoreo puntual de una y otra ribera de los centros poblados de los establecimientos agropecuarios y de las plantas industriales”, contextualizó y sostuvo que “el primer plan de trabajo es el que ahora se está llevando adelante. El segundo plan está elaborado, pero todavía está a estudio y no está aprobado. El tercero será más distante en el tiempo y todavía no se ha elaborado”. Admite violación al Tratado y al Digesto del río Uruguay Silberman reconoció que Botnia presentó “una solicitud de modificación de temperatura de vertido de los efluentes”. Y describió que “luego de efectuados todos los estudios correspondientes por parte de la Dirección de Medio Ambiente (Dinama), se emite la Resolución Nº 370 del 29 de abril de 2011, donde establece que la temperatura máxima de los efluentes podría llegar hasta 37 grados. Quiero aclarar que esto no es para el río Uruguay”, es decir, es una autorización exclusiva para Botnia y no para el resto de las industrias. Luego reconoce que la normativa en Entre Ríos para el caso estricto del río Uruguay “se ajusta a los propios estatutos y el propio Digesto”, algo que Uruguay no ha respetado. Silberman ahonda y sostiene que “por la Resolución Nº 370, se autoriza a que los efluentes de la planta Orion puedan tener una temperatura de hasta 37 grados. Hasta ahora, la realidad es que la temperatura de los efluentes nunca superó los 32 grados; por lo general ha sido de 31 grados y décimas. ¿Qué ocurrió? Ese cambio fue notificado por la delegación uruguaya a la delegación argentina, para que a su vez lo trasladara a su Cancillería, a su Estado, pero ésta no accedió”, es decir, Argentina rechazó esa autorización. “Lógicamente, como la CARU es un organismo binacional, para que como tal se pueda expedir, debe tener la aprobación de las dos delegaciones. En este caso, la delegación argentina no aceptó la modificación introducida. Por lo tanto, no se le pudo dar al Comité Científico el cambio de temperatura admitido”, reconoció. “Ese fue el elemento que durante muchos meses no permitió que la Caru pudiera sacar sus conclusiones de las muestras remitidas a laboratorios canadienses -cuyos resultados los recibe la Caru, las delegaciones y los presidentes de las delegaciones. No se pudieron difundir los resultados ni llegar a una conclusión porque, según el Comité Científico, para los delegados argentinos la temperatura de los efluentes era de 30 grados y para los delegados uruguayos, la temperatura máxima de los mismos era de 37 grados”. Es oportuno recordar que para el Digesto del Río Uruguay (que es una normativa Caru), la temperatura del agua que se introduzca al río no puede ser superior a la ambiente. Y esto es grave: porque introducir temperatura al río es introducir energía y eso es –manual básico- contaminar. Acto seguido, Silberman reconoció que “existe la convicción de que no hay contaminación que supere los parámetros establecidos, aunque de vez en cuando, algún parámetro es sobrepasado”. “Uno de los últimos planteos argentinos fue hacer de público conocimiento los resultados de la planta Orion, de UPM. Argentina planteaba publicar, por un lado, los resultados de UPM y, además, que los resultados fueran publicados en pantallas públicas, en las plazas o en lugares de mucha concurrencia, tanto en Gualeguaychú como en Fray Bentos”, dijo Silberman. “También pretendía introducir -lo cual no estaba previsto en las Notas Reversales ni en los protocolos- algo que se hace científicamente, pero no para la gente común: exhibir cálculos másicos. Por ejemplo, planteaban que hay un parámetro que se excedió: fósforo, nitrógeno. Este es un excedente similar a los efluentes de una ciudad de 238 mil habitantes”, admitió Silberman la intensidad de la contaminación de Botnia. Por eso Silberman les aclaró a los parlamentarios que esa propuesta “no fue aceptada por Uruguay”. Y sostuvo esa negativa porque “más allá de lo que estaba establecido en las Notas Reversales (de los cancilleres) y en los protocolos (científicos), había una intención de influir psicológicamente en la población. Si bien en el ámbito científico son elementos que se tienen en cuenta y se intercambian”. “Podemos aseverar que no hay contaminación con mayúsculas por encima de los parámetros, salvo en casos aislados y en forma alternada”, reiteró el presidente de la delegación uruguaya ante la Caru.
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