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e la redacción de INFORME DIGITAL Un joven de Capital Federal ingresó en estado grave a una clínica luego de haber recibido seis disparos en un intento de robo y su estado es crítico. El caso ha tomado trascendencia nacional, debido a que Pablo Albarracini, que lleva 27 días en coma, no recibió una transfusión sanguínea, que se estima vital, porque su esposa explicó que son testigos de Jehová, y que esta religión impide las transfusiones de sangre. El padre del joven recurrió a la Justicia en un intento desesperado y entendible de que sea esta la que obligue a los médicos a quebrantar la decisión de Pablo quien incluso habría firmado un documento en el que expresaba no estar de acuerdo en recibir sangre en el caso de ser necesario. En diálogo con Radio F5 el encargado de Información Pública de los Testigos de Jehová de Capital Federal, Angel Mattiacci contó que “nos llama la atención que la prensa ponga el énfasis en la postura de un testigo de Jehová que simplemente está optando por una alternativa distinta a la tradicional, no es que rechaza todo tratamiento médico, sino que escoge el que no viole su consciencia, pero no se pone el acento en el hecho delictivo, él llegó a la clínica con seis balazos y de eso no se habla”. También criticó que aparentemente se dijo “que había perdido masa encefálica y eso es falso, lo que es cierto es que llego con bajo hematocrito, pero inmediatamente se le suministraron las alternativas médicas no sanguíneas, de eficacia probada, y fue repuntando. Esta medicina no adolece de los efectos secundarios que tiene la sangre”, manifestó. Según Mattiacci “las noticias siempre hablan de la sangre contaminada y de los efectos secundarios que produce, por eso Pablo eligió el tratamiento alternativo”, dijo sin indicar de qué se trata esa forma de ayudar al paciente. Más adelante agregó que “es cierto también que después se opera porque le aparecen úlceras por el estrés y le vuelve a bajar los hematocritos, pero nuevamente está repuntando, pero esto tampoco se dice”, se quejó. Fundamentos El no a la transfusión “no es un invento de los testigos, o de un grupo de ancianos o un Papa infalible que nos dice: `no se pongan sangre porque se me ocurrió´, no, esto parte de un Concilio que se celebró en Jerusalén en el siglo I, y está registrado en las escrituras griegas cristianas, en hechos de los Apóstolos, capitulo XV versículo 28 y 29: `Al Espíritu Santo y a nosotros mismos nos ha padecido bien no agregarles otra carga salvo estas cosas necesarias: que sigan absteneciendose de cosas sacrificadas a ídolos, de sangre, de cosas estranguladas y fornicación´. Si bien en esos tiempos no existía la transfusión, “los cristianos entendieron que no se debía incorporar sangre de otro a su cuerpo, por aquél entonces, algunos lamían la sangre de los gladiadores que agonizaban en la arena rimana, pensando que se curarían de la epilepsia”, ilustró. “Yo tomaría la misma postura, pero no porque me quiera morir, sino porque en el documento –que habría firmado Albarracini en el Templo- se aclara que aceptamos otras alternativas de probada eficacia”, indicó para agregar que “de pronto, con la gran cantidad de sangre contaminada que está en el mercado, un médico no me puede garantizar que me voy a salvar con una transfusión”. Para Mattiacci “no se tiene en cuenta todo el historial de muerte que acarrea la sangre. Clarín el 23 de mayo de 2003 dice: `211 pacientes hemofílicos se infectaron del virus del Sida en Argentina´”, fundamentó. Según él, “Pablo escogió el método alternativo cuando firmó el documento, la Justicia lo avala, no es que su mujer lo conduce a la muerte, ella no tiene ingerencia sobre la decisión que descansa sobre este documento, el cual no puede anular, porque tiene su firma”.