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os nuevos actores de peso ingresan en el negocio del juego: el titular de TBA -empresa concesionaria del Ferrocarril Sarmiento, que ayer protagonizó la tragedia de Once-, Claudio Cirigliano, y el presidente del Banco Macro, Jorge Brito, adquirieron los casinos de Entre Ríos y Formosa. Se lo compraron nada menos que a Carlos "Cacho" Ferrari, un polémico empresario del juego que enfrenta un duro revés ante la justicia, tras ser condenado a 4 años de prisión efectiva por pagar más de un millón de pesos en sobornos al presidente de Lotería de Río Negro, Miguel Irigoyen, para que mantener una concesión en esa provincia. Entre otras licencias, Ferrari manejó dos bingos en Buenos Aires -uno en Tres Arroyos y otro en el norte de la provincia- y obtuvo la explotación de las maquinas tragamonedas en Entre Ríos durante la gestión de Sergio Montiel. Pero este empresario fue señalando también como el principal lobbysta de Cristobal López en la provincia de Buenos Aires, cuando éste aspiraba a conseguir un proyecto oficial que permita la instalación de sus máquinas tragamonedas en el Hipódromo de San Isidro, el de La Plata, o en algún predio de Vicente López. Proyecto que estaría reactivando el flamante intendente Jorge Macri. Es por esto que no se descarta que este movimiento de piezas pueda tener alguna vinculación con ese proyecto. Muchos, en rigor, lo veían a Ferrari como un testaferro: “Sospechaban que la intervención de él en muchos negocios del juego tenía que ver con Cristóbal López. Todo aumentado por su origen sureño”, explicó hace tiempo un vocero del parlamento provincial sobre información que manejan allí sobre este personaje. Como sea, con esta operación arriban dos nuevos e importantes jugadores en el negocio de los juegos de azar, quienes tienen como objetivo desembarcar en la provincia de Buenos Aires de la mano de los contactos políticos del banquero Brito.