E
n 1999, Gándara fue comprada por la italiana Parmalat pero cinco años después la vendió a Sergio Taselli, actual dueño del frigorífico ubicado en Santa Elena, quien la transformó en “Compañía Láctea del Sur SA” y a quien los trabajadores responsabilizan por la situación actual. “A partir de esa fecha, el pseudo empresario Taselli la concursó, comenzó a despedir trabajadores y a destruir su producción”, explicaron desde la Asociación de Trabajadores de la Industria Láctea Argentina (Atilra.) En tanto, con el apoyo financiero de Nación, la firma láctea Gándara podría reabrir sus puertas si prospera una propuesta diseñada por los trabajadores para recuperar y poner en funcionamiento la hoy quebrada planta que la empresa tiene en las afueras de la localidad de Chascomús, en la provincia de Buenos Aires. La propuesta, que es impulsada por Atilra, tiene como objetivo recuperar la fábrica a partir de la conformación de una cooperativa de trabajo y cuenta (en principio), y cuenta con el visto bueno del Ministerio de Agricultura, que acompañaría con la iniciativa con financiamiento y asesoramiento. “Actualmente se está tomando nota de lo que haría falta para ponerla en funcionamiento. Se está cuantificando desde el punto de vista material los recursos que hacen falta y, paralelamente, estamos hablando con gente de la producción primaria que nos podría estar dando una mano en cuanto a la restricción de la materia prima”, dijo Héctor Ponce, secretario general de Atilra. Para la recuperación de la planta, son varios los obstáculos que enfrentan los trabajadores. A las dificultades propias de competir en un sector altamente concentrado (solamente La Serenísima y SanCor manejan el 50% del mercado nacional de leche), se suman la crítica situación financiera en que quedó la compañía por los malos manejos privados de la última década, que incluye deudas con los empleados, con proveedores y con la Administración Federal de Ingresos Públicos (Afip). Además, existen problemas de “marcas” ya que en 2009 un grupo de inversores chinos se hizo con la planta de Gándara ubicada en la localidad bonaerense de Lezama y todas sus marcas, entre ellas la del dulce de leche, donde la empresa siempre tuvo su mayor participación. A diferencia de otras instalaciones de Gándara que fueron desarmadas, la planta de Chascomus (inactiva desde 2005) se mantiene en condiciones de ser reactivada merced, en parte, a la custodia realizada por los propios trabajadores. En octubre pasado salió a remate judicial pero no recibió ningún tipo de oferta por parte de los privados.