E
ligió el momento Y no cualquier momento. La ciudad, el jueves, estaba como revuelta, en ebullición: era como que había que correr presurosos a tomar el último boleto para el arca de Noé, que ya partía antes del gran diluvio. Las calles eran una enredadera, las estaciones de servicio, colas interminables, falta de combustible, exasperación, tedio, y en los bancos y en los rapipagos, más colas, más gente esperando, más malhumor, fastidio. Por delante, cuatro días inhábiles, y el vencimiento de servicios y cuentas varias. De modo que a las puertas de un descanso inusual, cuatro días en continuado, el último fin de semana largo del año, todo se volvió frenético, alocado. En ese clima de fin del mundo, ocurrió lo que ocurrió, la aparición casi evangélica: el millonario repentino, la persona de los 8 millones de pesos, el ganador del Quini 6. Así fue. Fue una aparición esperada Todo había ocurrido aquella noche de domingo, el 25 de septiembre último, ese día, esa noche, todo cambió. Un paranaense, un anónimo paranaense se convirtió en millonario, acertó lo que había que acertar para convertirse en millonario. Puso en una boleta de apuestas, una boleta rosada del Quini 6, los números justos: 01, 08, 16, 24, 31 y 41. La revancha del destino le dio una suma imposible, una cifra indescifrable, 10.934.167,87 pesos. Una exageración para cualquier mortal que pasa de la nada a millonario. El ganador, el nuevo millonario, el que acertó lo que había que acertar, los seis números indicados, esperó en las sombras que todo pasara, que pasara el temblor, y todo volviera a su cauce. Aguardó el momento que creyó oportuno para aparecer, darse a conocer aunque no mucho, lo justo como para llegar hasta las oficinas del Instituto de Ayuda Financiera a la Acción Social (Iafas), y decir soy yo, yo tengo la boleta del Quini, yo soy el nuevo millonario. Eso, la aparición evangélica del ganador, ocurrió ayer, a la mañana, un jueves revuelto en la ciudad. “Ni quise ver a esta persona, quise estar alejado. Así que no le puedo dar ningún dato del ganador. Además, la ley me lo prohíbe”, se excusó Silvio Vivas, gerente del Iafas. Antes, el ganador había tanteado el terreno. Durante la semana, había enviado un emisario al Iafas, un abogado que hizo todas las averiguaciones que había que hacer. Números. Los casi 11 millones de pesos del premio mayor del Quini 6 en su versión Revancha no fueron todos al bolsillo del buen apostador, del nuevo millonario, un millonario breve. El Estado resta, se queda con una parte, exactamente el 31% del 90% del total, o sea que de esa bolsa global, sólo cobró 7,8 millones de pesos. Nada de billetes, claro. Sólo un cheque del Nuevo Bersa, recibido en manos, y fin de la historia. El agenciero, Carlos Cabrera, el titular de una modesta tómbola ubicada en calle Ituzaingó al 700, embolsa una suma un poco más modesta, apenas el 1% del total. Por lo demás, nada se sabe del ganador, del millonario del momento, más que conjeturas. En el Iafas, es el secreto mejor guardado, y ninguna de las siete llaves con la que se protegió es hallable por el momento. Al margen Rumores. Sobre el ganador o ganadora del Quini 6 alguien dijo que se trata de una mujer humilde, madre de varios hijos, quién vive en una casa sobre calle Selva de Montiel. Hay que dice también que se trata de un ex empleado, del barrio Las Flores, que “todo el mundo conoce”, pero no más que eso. Rumores.