D
e la redacción de INFORME DIGITAL Juan José “Pocho” Morales desapareció hace 14 días en San Jaime de la Frontera. La última imagen de él la recogió una cámara pública de seguridad, iba en bicicleta con galletas y leche en la canasta y papeles en la mano que contenían, presumiblemente, las anotaciones de su trabajo como quinielero ambulante oficial del Iafas. Gustavo Sánchez Romero es un periodista de la ciudad de Paraná que llegó a la pequeña ciudad para cubrir el caso “que más policías movilizó, detrás del caso Fernanda Aguirre, hoy quedan 70, pero días atrás había 400 efectivos”, dijo para agregar que “yo estoy en Chajarí ahora, los hoteles de San Jaime están ocupados por la cúpula policial entrerriana, están casi todos acá, si este caso no se resuelve rápido puede ser una bomba porque estamos cerca de las elecciones”, opinó en diálogo con radio f5. Sin embargo los más preocupados son los familiares y vecinos del pequeño poblado que linda con la provincia de Corrientes. “Hay un gran desconcierto, nadie sabe lo que ha pasado”, relató Romero. La palabra clave es desconcierto, cuando éste reina en un caso de estas características, “las teorías son muchas”, y de las más extrañas o improbables, por ejemplo “que lo chupó un ovni (Objeto Volador No Identificado), que alguien lo atropelló y lo levantó porque se asustó”, hipótesis que manejaba la propia fuerza pública ya que “además alguien vio un auto con un baúl levantado”. También “se habla de un comisario que tuvo inconvenientes con un hijo de `Pocho´, otra hipótesis dice que pudo haber visto algo que lo complicó, lo cierto es que la Policía indicó que tiene una hipótesis sobre la que no puede avanzar y no quiere hablar”. La imaginación, que suple a la falta de información, vuela bastante alto: “también se habló de una secta”. Esta última teoría de los vecinos tiene fundamentos muy endebles y no confirmados: “hace exactamente un año desapareció un hombre apodado `el Correntino´”, que prácticamente llevaba la misma vida que el quinielero: “era vendedor ambulante, andaba en bicicleta, vestía jeans y remera clara al momento de desaparecer” y el dato que cierra la diabólica teoría es que ambos tienen 66 años, “el número de la bestia”. Politizado Romero contó que el intendente del lugar, Cristian Fernández, pertenece a la Unión Cívica Radical (UCR) y está muy bien visto por los vecinos. Estos al enterarse que desde otros signos políticos quisieron guiar las marchas hacia cortes de ruta y medidas más extremas de protesta, decidieron dejar de acompañar a los familiares en las manifestaciones.