Sábado 27 de agosto de 2011
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Interés general
Guerrieri y Amelong apuntaron contra un militar que se suicidó
Ambos represores prestaron declaración indagatoria. Ante el tribunal rechazaron las imputaciones y cargaron contra Paúl Navone. “Ejecutó a Raquel Negro y después se quedó con sus hijos”, dijo el jefe de la patota.
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El juicio continuará el miércoles.

E

l represor Pascual Oscar Guerrieri rompió el silencio con una declaración casi de manual, en la que reivindicó el accionar represivo, y negó cualquier vinculación con el operativo que terminó en el secuestro y sustitución de identidad de los hijos de Raquel Negro, nacidos en el Hospital Militar de Paraná en marzo de 1978. En el inicio de la tercera jornada del juicio oral y público contra cinco militares y un médico por robo de bebés nacidos en cautiverio durante la última dictadura, el presidente del tribunal le preguntó si quería declarar y él contestó afirmativamente. Entonces se paró y pasó a ubicarse frente a los jueces. Una vez en el estrado, desplegó el block de hojas en el que antes había hecho anotaciones ante cada mención que se hacía de su nombre, y anunció que haría una declaración breve sobre “el problema este del juicio y las acusaciones, como para aclarar algunas cosas que se han dicho”. Guerrieri era segundo jefe del Destacamento de Inteligencia 121 del Ejército, con sede en Rosario, y tenía a su cargo el control de los centros clandestinos de detención Quinta de Funes, La Calamita, la Escuela Magnasco y La Intermedia, que funcionaban en la zona. De todas maneras, intentó despegarse de las acusaciones argumentando que en la estructura del Ejército había una cadena de mando y que por encima suyo estaban los (casualmente) fallecidos Leopoldo Fortunato Galtieri, Luciano Adolfo Jáuregui y Alcides Juvenal Pozzi. Con una pizarra intentó explicar cómo funcionaba la estructura de mando en el Segundo Cuerpo de Ejército y deslindar su responsabilidad argumentando que los hechos habían ocurrido en jurisdicción del Destacamento de Inteligencia 122, con sede en Santa Fe, y que a pesar de su cargo no estaba al tanto de todas las operaciones que se ejecutaban. “No todo el mundo tiene que saber todo lo que pasa”, esgrimió en su defensa. Así, pretendió cargar de responsabilidades a Paúl Alberto Navone, el mayor del Ejército que apareció muerto el 25 de febrero de 2008, con un balazo en la cabeza, en un hotel de la Fuerza Aérea en la localidad cordobesa de Ascochinga. Ese día debía presentarse a declarar como imputado en esta causa. Luego, Juan Daniel Amelong intentó una estrategia similar a la que sumó la “animosidad evidente” de Eduardo Costanzo, el represor que ha venido dando detalles acerca de cómo funcionaba la patota. Sin embargo, Guerrieri fue más allá y aseveró que “Raquel Negro fue llevada a Paraná y Paúl Navone la ejecutó y después se quedó con sus hijos”. Soldado En otro tramo de su exposición, que duró alrededor de 50 minutos, Guerrieri, apeló a una consigna de los organismos de derechos humanos al reconocerse un “ferviente admirador” del nunca más y en ese contexto reclamó que se terminen los procesos judiciales por crímenes cometidos durante la dictadura. “Yo añoro el nunca más y estoy buscando lo mismo que todos los argentinos, que es la reconciliación”, afirmó. “Nosotros estamos sufriendo mucho. Yo tengo 77 años y hace 10 que estoy detenido. No tengo salida por ningún lado, no me dejan. La única salida que tengo es la Chacarita”, acotó en forma irónica aludiendo al cementerio porteño. Inclusive, el represor cuestionó a los organismos de derechos humanos, al afirmar que “entre memoria e historia, hay que ir a la historia porque nos da indicios sobre lo que realmente ocurrió; la memoria se acomoda según lo que queremos recordar”. En su monólogo, Guerrieri no aceptó contestar preguntas, aunque no descartó hacerlo en otra instancia del juicio oral y público. “Esperaré a ver qué dicen los testigos y, si me parece, entraré nuevamente en combate”, expresó. También se tomó un momento para cuestionar el tratamiento que recibe por su accionar durante la dictadura: “Nosotros no somos represores, somos soldados del orden. Cuando hay un desorden nos mandan a nosotros a devolver el orden. Si no hubiéramos intervenido en ese momento, hoy habría tribunales populares”, aseveró. “Me ofende que se diga que dirigí una patota. Yo nunca instruí patotas. El Ejército Argentino no era una patota”, afirmó luego Guerrieri con tono provocador. “Nosotros no somos soldados del Proceso de Reorganización Nacional ni del Che Guevara, somos soldados del Ejército del general San Martín, y si hoy estamos acá sentados es porque biológicamente nos tocó vivir esa época, pero el flagelo terrorista en la Argentina había comenzado en la década de 1960”, sentenció. Amistades En la continuidad de la audiencia, el otro imputado que prestó declaración indagatoria fue Juan Daniel Amelong, quien volvió a expresar su inocencia e insistió en que los hechos que se le imputan están planteados “en forma genérica”. Amelong dio nuevamente la nota, al responsabilizar a Eduardo Costanzo, otrora compañero de armas devenido en testigo acusador, y al suicidado Paúl Alberto Navone por el robo de los mellizos que dio a luz Raquel Negro. El represor afirmó que “los responsables de estos hechos son Costanzo y Navone” y pidió al tribunal que ordene un cruce de llamadas entre los teléfonos que utilizaban ambos militares y que se remitan libros de guardia y visitas para determinar la frecuencia con que se veían, hasta la muerte de Navone. En el cierre de la jornada se introdujeron por lectura las declaraciones indagatorias que Jorge Alberto Fariña, Marino Héctor González y Walter Salvador Pagano brindaron durante la etapa de instrucción. Cabe recordar que el jueves había declarado Juan Antonio Zaccaría, el médico que también se encuentra imputado. El próximo miércoles se retomará el debate con la declaración de los primeros testigos: a partir de las 10 están citados Sabrina Gullino –hija de Raquel Negro y Tulio Valenzuela–, su hermano Sebastián Álvarez y el represor Eduardo Costanzo. Chistoso Entre tantas idas y venidas que tuvo la extensa declaración de Pascual Oscar Guerrieri, en un momento el represor pretendió mostrar dotes de humorista. “¿Sabe por qué un teniente coronel tiene dos grados? –preguntó mirando al presidente del tribunal, Roberto López Arango–. Teniente para mantenerse joven y buen mozo y coronel para ponerse serio”, dijo sin esperar una respuesta. “Era un chiste”, añadió con una sonrisa.
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