E
l jueves 5 de agosto del año último, Salud concretó un procedimiento de inspección que derivó en la clausura del consultorio que el profesional tiene en Paraná, adonde utiliza parte de una propiedad ubicada en San Juan al 600. Lo hizo por tres motivos puntuales: los consultorios no estaban habilitados, los profesionales actuantes no contaban con autorización para desempeñarse en la especialidad en la que lo hacían, el tratamiento del dolor y los medicamentos que se recetaban a los pacientes nunca habían sido permitidos por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat). El procedimiento se ordenó luego de la aparición de denuncias de pacientes que se habían visto defraudados con el tratamiento que les ofrecían y los pobres resultados conseguidos. De una de esas denuncias, presentada por Jorge Oscar Díaz, presentada en diciembre de 2009. El hombre, hoy de 83 años, fue al consultorio de Chejter por un padecimiento de artrosis, convencido de que podría encontrar alivio a sus dolores, tal cual lo promocionaba el médico a través de la radio y la televisión. No lo recibió Chejter, sino un socio suyo, Hernán Alberto Rodríguez Montani.No halló eso sino un agravamiento: los medicamentos que le inyectaron le agravaron la enfermedad y le generaron un principio de Mal de Parkinson. Vía libre “Ya está por salir la habilitación de los consultorios que habían sido clausurados, porque cumplieron con todos los requisitos que se les había exigido”, señaló la jefa del Departamento de Atención Médica de la Secretaría de Salud, Karina Muñoz. En realidad, la medida se cumplió por una cuestión estrictamente técnica, según se desprende del acta de clausura provisoria. Dice que dado que “el establecimiento presenta un ingreso único, sala de espera, consultorio odontológico, consultorio para tratamiento del dolor, consultorio de quiropraxia, baño, se procede a la clausura provisoria exclusivamente de los consultorios destinados al tratamiento del dolor y quiropraxia, hasta su debida regularización, según las normas vigentes en la provincia”. En todo este tiempo, los responsables de los consultorios han regularizado esos problemas técnicos y han conseguido que la Municipalidad de Paraná realice una inspección técnica. Con el visto bueno de la comuna, Salud no tuvo otro camino más que levantar la clausura, según dijo la doctora Muñoz. También ha quedado en claro que tanto el doctor Jaime Chejter, como el doctor Hernán Alberto Rodríguez Montani, el otro profesional que atiende en los consultorios ubicados en calle San Juan al 600, se encuentran inscriptos en el registro de profesionales del Ministerio de Salud. Así al menos lo certifica un informe firmado el 6 de abril último por la doctora Valeria Chávez Gabas, jefa de Controlar Profesional del Ministerio de Salud. Aunque deja en claro que “este Ministerio no pone en duda” la capacitación ni la formación de los médicos, deja en claro que el “tratamiento del dolor”, la especialidad que promociona Chejter “no se encuentra en la nómina de especialidades médicas reconocidas por el Ministerio de Salud de la Nación”. Irresuelto. Restan, sin embargo, todavía cabos por atar. El expediente con el “Caso Chejter” todavía no está resuelto del todo, según dijo el abogado Gaspar Greca, asesor legal del Ministerio de Salud de Entre Ríos. Tampoco ha desembocado con una denuncia en la Justicia, tal como se pide en el voluminoso expediente que se firmó a partir de la denuncia de Jorge Díaz. El 13 de mayo de 2010 la farmacéutica Cristina Collino, responsable del Departamento Integral del Medicamento, señaló que la actividad de Chejter y Rodríguez Montani rozaría el delito de “ejercicio ilegal de la profesión farmacéutica”. Y dio un paso más: envió una muestra del medicamento recetado por Rodríguez Montani a Díaz para que sea analizada por el Laboratorio de Control de Calidad de Medicamentos de la Cátedra de Química Analítica de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional del Litoral (UNL). El informe con las conclusiones del análisis dice que el inyectable, elaborada por la Farmacia Social Francesa, a nombre de Jaime Chejter, está compuesto por Lidocaína, que es un anestésico local y antiarrítmico, “que puede provocar efectos adversos a nivel del sistema nervioso central”; Díaz ahora tiene un principio de Mal de Parkinson. También por Procaína, que es un anestésico local, y dentro de los efectos adversos, se describen erupciones cutáneas, urinarias y edema; Defenhidramina es un antihistamínico, eficaz en las reacciones alérgicas varias, entre ellas las provocadas por medicamentos; entre los efectos adversos más comunes, está la sedación “que la hace peligrosa en casos de conducir vehículos o manejar maquinarias peligrosas. Esta advertencia no se encuentra en el rotulado”. Y Carson, que es un glucocorticoide que previene o inhibe la inflamación y las respuestas inmunológicas. “Merece destacarse –dice el informe de Salud– que al ser el reuma la enfermedad prioritariamente tratada por el instituto/consultorio objeto de investigación, y al ser ésta de prevalencia en personas mayores y con tratamientos de largo plazo, es de suma importancia tener en cuenta los efectos adversos, contraindicaciones e interacciones de este tipo de sustancia por las implicancias funestas para la salud del paciente que su mal uso podría ocasionar. Máxime cuando la presentación del corticoide se encuentra enmascarada tras una sinonimia, de difícil acceso para el lego”. Casi fatal El expediente que se formó en el Ministerio de Salud a partir de la denuncia radicada por Jorge Díaz, un hombre de 83 años víctima de las prácticas del consultorio del médico Jaime Chejter, contiene agregado el testimonio de una mujer, M.H., que sufrió padecimientos semejantes. Es una carta fechada el 13 de septiembre de 2009. Dice, en forma textual: “En el mes de febrero de 2009 inicio el tratamiento que lleva adelante durante cinco meses. Me inyectaba el medicamento proporcionado por dicho profesional. Las aplicaciones eran todos los lunes, miércoles y viernes, durante el lapso antes mencionado. “Los dolores en la espalda y cadera se me retiraron inmediatamente. En el mes de julio de 2009 me descompuse y luego, al ser internada en Terapia Intensiva, transcurrieron 17 días en coma. La doctora que me atendió me comentó que si los dolores se habían retirado en forma automática es porque ese medicamento contenía altas dosis de corticoide. Ignoraba que así fuera hasta que leí una denuncia de un paciente. “Le comento que yo estaba sana de cualquier dolencia, fuera de la reumática. Pero tanto corticoide (hizo que) se bajaran las defensas, se deteriorara así la salud y llegara a tan drástico desenlace”.