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gobiado por el dolor, con la espalda punzándole el alma, a la búsqueda de un alivio, Jorge Oscar Díaz, 83 años, golpeó un día de 2009 la puerta del consultorio que el Instituto Médico Argentino de Rejuvenecimiento y Reumatología tiene en Paraná, en calle San Juan al 600. Había leído una y otra vez ese folleto que le habían dado en la calle. “No más dolor. Un tratamiento único, 100% de efectividad”, decía aquella cartilla de propaganda. Había escuchado por la televisión a ese hombre breve, de aspecto esquelético, de mirada vidriosa, y fue en su búsqueda. Pero no lo encontró: el doctor Jaime Chejter no atendía personalmente. Lo recibió un lugarteniente suyo, el médico Hernán Alberto Rodríguez Montani. De alguna manera, Rodríguez Montani adivinó el diagnóstico y le recetó el mismo día de la consulta un medicamento que, ni lerdo ni perezoso, ahí mismo le inyectó, con una prescripción: debía volver a los 30 días, con una radiografía de la columna. Volvió a los 30 días, volvió con el estudio radiográfico y entonces el médico le informó que no había cura posible, que todo era irreversible. De igual modo, le aconsejó realizar una rehabilitación acuática postural, técnica que en Paraná no se realiza, y le dio más inyectables, por las dudas. Díaz no se convenció ni de la efectividad del Instituto Chejter ni de la sapiencia médica de Rodríguez Montani ni de la efectividad de los medicamentos que le recetaron, y fue con todas sus dudas al Ministerio de Salud de la Provincia. El Día de los Santos Inocentes de 2009 radicó una presentación que se caratuló así: “Denuncia presuntas irregularidades en la atención del consultorio del Dr. Jaime Chejter y Dr Hernán Rodríguez Montani”. Así empezó esta historia que todavía no tiene fin. Ilegalidades Este domingo de junio es frío; más frío es en este descampado de San Benito, a un costado de la ruta 18, donde vive Jorge Díaz, licenciado en Teología, adventista, un hombre de palabras justas, de notable lucidez, ahora hastiado de la estafa de la que fue víctima. “¿Por qué no pueden frenar a este delincuente?”, pregunta. Al mes y medio de tratamiento, le dijeron que tenía un mal incurable. “¿Por qué me sometieron a un tratamiento para una enfermedad que es incurable? Bueno, como no me dieron respuestas, me fui. Pero me fui al Ministerio de Salud y ahí hice la denuncia”, cuenta. El texto de la presentación son sólo preguntas: si Chejter y Montani están facultados para ejercer la medicina; si la publicidad que hacen de su método de curación es legítima y ética; si corresponde pagar 50 pesos por cada consulta en la que sólo se pide la receta del medicamento que ellos mismos venden; por qué se recomienda un tratamiento, “rehabilitación acuática”, sabiendo que aquí en Paraná no hay lugar donde se pueda realizar; quién le da una respuesta ahora que ya pagó 470 pesos por consultas y medicamentos que sólo le agravaron su enfermedad. Un primer dictamen, firmado el 13 de abril de 2010 por la doctora Valeria Chavez Gabas, jefa de contralor profesional del Ministerio de Salud, da cuenta de que tanto Chejter como Rodríguez Montani tienen registrada su matrícula profesional, “no teniendo reconocida especialidad en la provincia”. Ambos, se publicitan como especialistas en tratamientos del dolor, una especialidad que no existe. El expediente empieza un largo peregrinaje. El 31 de mayo, la farmacéutica Cristina Collino, responsable del Departamento Integral del Medicamento, da un primer aval a la denuncia de Díaz: la práctica de Chejter y su álter ego de entregar medicamentos en su propio consultorio rozaría el delito de “ejercicio ilegal de la profesión farmacéutica”. Y más: los medicamentos recetados en el consultorio, elaborados por Niza Científica, “no pueden venderse en la provincia”. El 19 de julio el ministro Ángel Francisco Giano ordenó a todas las áreas de Salud actuar ante la denuncia iniciada por Jorge Díaz, y de constatarse las irregularidades, facultó al Departamento Integral del Medicamento y a la Dirección de Atención Médica a la “clausura provisoria” del consultorio de Chejter. Incógnita Jorge Díaz dice que no completó la prescripción médica. Que no se aplicó todas las inyecciones que le recetó Rodríguez Montani y que se reservó un frasco que presentó a Salud como prueba. Ese frasco se agregó al expediente que se inició con su denuncia y sirvió para develar el fraude. El área de Control Integral del Medicamento envió esa muestra para que fuera analizada por el Laboratorio de Control de Calidad de Medicamentos de la Cátedra de Química Analítica de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional del Litoral (UNL). El informe con las conclusiones del análisis está fechado el 2 de septiembre de 2010. Es una ampolla inyectable, elaborada por la Farmacia Social Francesa, a nombre de Jaime Chejter. La composición declarada es la siguiente: Lidocaína 0,09%; Procaína 1,66%; Difenhidramina 0,0433%; Carson 0,09%; Péptico de cartílago 3%; Péptidos de osteoblastos 3%. La farmacéutica Cristina Collino le contó al director de Atención Médica, Roberto del Valle Lares, qué efectos producen cada uno de esos compuestos. La Lidocaína es un anestésico local y antiarrítmico, “que puede provocar efectos adversos a nivel del sistema nervioso central”; Díaz ahora tiene un principio de Mal de Parkinson. La Procaína es un anestésico local, y dentro de los efectos adversos, se describen erupciones cutáneas, urinarias y edema. Defenhidramina es un antihistamínico, eficaz en las reacciones alérgicas varias, entre ellas las provocadas por medicamentos; entre los efectos adversos más comunes, está la sedación “que la hace peligrosa en casos de conducir vehículos o manejar maquinarias peligrosas. Esta advertencia no se encuentra en el rotulado”. Carson, es un glucocorticoide que previene o inhibe la inflamación y las respuestas inmunológicas. “Merece destacarse –dice el informe de Salud– que al ser el reuma la enfermedad prioritariamente tratada por el instituto/consultorio objeto de investigación, y al ser ésta de prevalencia en personas mayores y con tratamientos de largo plazo, es de suma importancia tener en cuenta los efectos adversos, contraindicaciones e interacciones de este tipo de sustancia por las implicancias funestas para la salud del paciente que su mal uso podría ocasionar. Máxime cuando la presentación del corticoide se encuentra enmascarada tras una sinonimia, de difícil acceso para el lego”. Péptido de cartílago/ Péptido de osteoblastos, “no se encontró información científica al respecto. Se trataría de productos utilizados en opoterapia (rama de la farmacognosia que utiliza drogas de origen animal para el tratamiento de enfermedades”. El 10 de septiembre de 2010 se agregó al expediente el informe que firmó la farmacéutica Collino con estas advertencias: el consultorio de Jaime Chejter estaría incurriendo en una “cadena ilegal de comercialización” de medicamentos, y “ejercicio ilegal de la farmacia”, y pidió que se evaluara si no se estaba ante un delito “contra la salud pública” específicamente penado por el Código Penal. El sol no entibia el mediodía de este domingo en el que EL DIARIO es testigo del relato de este hombre que ahora arrastra con los estragos que provocan los que, él mismo denomina, “médicos golondrina”. Está mal y lo reconoce: ahora mis huesos, dirá, son como un montón de arena, y todos los días voy entregando parte de esa arena. -¿Qué espera ahora, Jorge? –Que este delincuente de Chejter me devuelva cada centavo que me robó, porque no me va a poder devolver la salud.