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ace menos de dos semanas, los organizadores, el Grupo LBP, abrió un centro propio de venta de entradas anticipadas en Paraná, y consiguió un objetivo impensado: la primera tanda ya se agotó. En realidad, se trata de una estrategia comercial de este emprendimiento, que arrancó en 1999 como una mera fiesta original de cumpleaños entre amigos: una segunda tanda de entradas se pondrá a la venta en breve, aunque a precio diferencial, y su valor podría estar por encima de los tickets que ahora se vendían a 60 pesos. Demanda. Los organizadores de la Fiesta de Disfraces 2011 colgaron en la red social Facebook el viernes, a las 19.21, este mensaje: “Entradas agotadas hasta el martes 21!”. Dos horas antes, habían publicado otro anuncio: “Tickets: a partir de la semana que viene, estará disponible la venta online con envíos a todo el país (excepto Paraná). Para evitar inconvenientes, recomendamos no adquirir tickets en lugares no autorizados”. Julián Abramor, uno de los integrantes del grupo organizador, fue cauto ante la consulta, no quiso dar información respecto del número de entradas vendidas, aunque sí dijo que el punto de venta propio abierto en calle Córdoba al 100 se mantendrá en funcionamiento hasta el día de realización de la fiesta, el 21 de agosto próximo, en el predio que ahora utilizan para el masivo encuentro: una quinta ubicada en avenida Circunvalación y Don Bosco. La fiesta, recordó, empezó en 1999 como una fiesta de cumpleaños entre amigos en el Club Ciclista, y de a poco fue ganando adeptos, y así, de tanto repetir la experiencia, el boca a boca fue acercando gente, y sumando seguidores, hasta que todo explotó un buen día. Fue el año que decidieron convocarse en los galpones en uno de los galpones de Puerto Viejo, y se encontraron que la concurrencia triplicó la capacidad. Lo que siguió fue la búsqueda de sitios alternativos, con más capacidad: un boliche en avenida Estrada; la sede de la Sociedad Rural, y ahora, por tercer año consecutivo, “el local propio”, en avenida Circunvalación. Inicio A poco más de una década de que una media docena de veinteañeros iniciara el camino, hoy la Fiesta de Disfraces está rodeada de un dispositivo aceitado, y un engranaje comercial que le da sustento y viabilidad a lo largo del tiempo. Y ya no se trata de un emprendimiento de alcance local: la fiesta consigue atraer gente de distintos puntos del país. Y el furor es tal que ya han aparecido fiestas clonadas, que pretenden imitar a la paranaense. La última edición, la de 2010, tuvo un despliegue fenomenal: siete carpas temáticas, más de 20 barras, un lugar exclusivo y con ingreso propio para mayores de 30 y hasta un “desfilódromo”. Y grandes marcas nacionales esponsoreando el encuentro. Ahora, aquel grupo de seis amigos es un consorcio comercial, el Grupo LBP, y no hay que esforzarse mucho para entender qué significa esa sigla: La Banda del Palo. Claro que ahora la Fiesta de Disfraces está lejos de aquella juerga de muchachos de clase media: todo cambió en 2003, el año en el que decidieron hacer el encuentro en el ex boliche Excándalo y se sorprendieron con 3.500 personas adentro. Un año antes estuvieron a punto de dar el mal paso: vender la marcha, la fiesta, la organización a un empresario local. La historia hubiese sido otra, para la fiesta, y para este grupo de muchachos, ahora empresarios. 34.196 seguidores posee el grupo del Fiesta de Disfraces (de Paraná) en la red social Facebook.