S
in dudarlo, la mujer tomó del cuello a su rival, casi asfixiándola. La “usurpadora” tenía en sus brazos a su hijita de tres años, que en el ataque cayó al piso, lo que le ocasionó heridas en su rostro. El galán nada pudo o no quiso hacer nada para separar a las mujeres que pugnaban, una de ellas por su amor clandestino y la otra por el que le había jurado que era la única en su vida. El hecho terminó con la llegada de ambulancias y corridas de efectivos de la Comisaría Quinta.