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�Qué tienen en común las importantes lluvias registradas en la zona pampeana en las últimas semanas y los indicadores de precios en la góndola de la carne en las grandes cadenas de supermercados y comercios de barrio? Particularmente se trata de los extremos de la cadena cárnica, y su punto de encuentro es tan sensible que cuando se modifica uno u otro, afecta el costo que los argentinos deben pagar cuando deciden cultivar sus costumbres gastronómicas. El clima, como en este caso, resulta clave para la cadena agroalimenticia, y en un momento tan particular de un sector en crisis, la situación puede convertirse en una contrariedad. Durante los dos primeros meses del año la región pampeana recuperó reservas hídricas llegando a contabilizarse precipitaciones de hasta 50 milímetros por semana en algunos distritos, especialmente en la primera quincena de febrero. Pero como pauta cultural, cada año, con el fin de las vacaciones, las familias argentinas –especialmente las que residen en los grandes conglomerados urbanos–, acuden a los grandes cadenas para abastecerse de carne. Esta práctica empuja la demanda hacia arriba, lo que combina dos variables clave para modificar el inestable precio de la carne: menos oferta y más consumo. Las góndolas y carnicerías ya exhibieron en la última semana los primeros síntomas de aumentos. “Ha llovido bastante en febrero y marzo y los campos se ponen buenos para el productor que tiende a retener la hacienda, entonces disminuye la hacienda en los remates y se advierte que los precios van aumentando”, aseguró un profesional. Éste también aseguró que si bien es cierto que los precios suben, “el movimiento ascendente de la oferta en los últimos tiempos no llegan a compensar, porque crece menos que la demanda”, sostuvo. Este análisis se corrobora con la caída de la faena a nivel nacional y el espiral crítico en que están ingresando los frigoríficos, especialmente los más grandes, que ya comienzan a prescindir de gran parte de su plantilla de personal. “Ante una oferta igual o menor, y en un escenario donde la demanda aumenta, el precio es la variable inmediata de ajuste, sobre todo ante la mayor cantidad de pastos y un productor que quiere ganar unos pesos más al agregar más kilos y vender un poco más adelante”, describió la fuente. En los primeros días de marzo el precio tuvo una variación positiva del 4% en el Mercado de Hacienda de Liniers, y aunque estos aumentos son leves con respecto a los del año pasado que en algunos casos llegaron al 100 %, irremediablemente se están trasladando al consumidor, que ve afectado su presupuesto. En dos cadenas de supermercados de Paraná los empleados confirmaron que recibieron los cortes con aumentos que en algunos casos van del 10% al 15%. “Desde mediados de la semana pasada los precios vienen con pequeños aumentos, y en cortes como el asado es donde la gente más lo nota”, confió el cajero de una cadena. La Cámara de Comercio de la Industria de la Carne advirtió que a partir de los primeros días de marzo la falta de ganado y la falta de faena van a hacer que los precios vuelvan a aumentar hacia fines de marzo y en los primeros días de abril, y a su vez éstos tendrán un impacto sobre los otros productos de la canasta. Valores El novillo ya se ubica por encima de los 9 pesos, y aún no se sabe cuál es su techo. “Estos precios están subiendo, pero hay que ver si se ratifican con la demanda, porque sucede que cuando hay aumentos de salarios también se produce un aumento de la carne”, especuló un consignatario de la región que aseguró que, extrañamente, “se puede advertir que los precios están subiendo, la demanda no cesa, y el gordo se está vendiendo muy bien, lo que muestra que aun cuando el precio sube la carne se sigue consumiendo”. Muchos dicen que todavía la carne se encuentra retrasada con respecto a otros productos y servicios que tuvieron incrementos mayores en el último tiempo, y que mientras se controla a la producción no es tan así con la intermediación, “que es quien, en definitiva, termina formando el precio”. En tanto, la crisis de los frigoríficos se profundiza, y desde la industria aseguran que la faena cayó un 30%, mientras que los exportadores acusan a las retenciones de carne enlatada, que subieron del 5% al 15 %, según los mismos trabajadores que pugnan por mantener sus fuentes de trabajo en la disminución realizada la semana pasada por Switf en Rosario o la crisis que atraviesa Mattievich, el frigorífico santafesino que llegó a tener el 60% de la faena nacional en sus buenos tiempos. (El Diario)