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os empresarios entrerrianos están, muchos, regresando de sus vacaciones. Y ni bien traspasan el límite fluvial de la provincia caen en la cuenta de que están en el umbral de uno de los temas que, más temprano que tarde, deberán enfrentar: la discusión por el aumento salarial que cada sector reclama en las paritarias 2011. El escenario previo es complejo. El incremento del Índice de Precios al Consumidor fue de apenas el 10,9 %, para las consultoras privadas se ubicó en el rango de entre el 25 y el 30 % -que es la vara del reclamo de Hugo Moyano-; la presidenta Cristina Fernández habla de dispersión y evita la palabra inflación; la economía crece y el ciclo económico expansivo se sostiene en los altos precios internacionales de las commodities y de una confianza doméstica que lleva los indicadores de consumo por las nubes, y la posición sindical que ubica el piso de la negociación en torno al 25 %. Por eso los empresarios que están volviendo a sus oficinas y que opinan prefieren mantener su nombre en el anonimato, aunque todos desembocan en la misma sensación: preocupación. Uno de los más respetado de la provincia resumió el problema con una risueña metáfora que desnuda con crudeza el intríngulis del sector privado cuando se le pregunta cuál debería ser un nivel razonable para negociar la pauta salarial del 2011: “En el promedio, el petiso se ahoga”, sentencia. La descripción viene a cuento de que el empresario entrerriano tiene dificultades reales para medir su estatura porque reconoce que poco incide en el tema porque se pacta en Buenos Aires, y off the record dice que el nivel de inflación real duplica a la oficial. Para tener certezas se desentienden del instituto oficial y están de acuerdo con el titular de la CGT en que hay que crear un “Indicador Changuito” que interpele la variación real de los precios de la canasta básica y evitar los promedio del Indec, para terror de los petisos. Los empresarios entrerrianos, más por realismo que por altruismo, reconocen que no se puede dejar caer el ingreso de los trabajadores por debajo de la inflación –¿Cuál inflación?– porque hay que mantener en la provincia la paz social que se ha creado en la última década en Entre Ríos y porque es necesario un “mercado vivo, inquieto, interesado en seguir manteniendo la demanda activa para que las empresas puedan sostener el nivel de ventas, de ingreso y que no corra riesgo la plantilla de trabajadores que poseemos”. Pero si esto es así: ¿Dónde está el problema? Costos La principal dificultad reside en que, aseguran, los costos están ajustados y que cualquier desatino del ítem salarios produciría un pass through inmediato (traslado a los precios), haciendo que la inelasticidad de la demanda se rompa y los consumidores no convaliden estos aumentos desacelerando la demanda, o bien yéndose a productos de segundas o terceras marcas. Esto, por consiguiente, tendría un impacto inmediato en una disminución de las ventas, el aumento de la capacidad ociosa y el embudo desembocaría por acción de la gravedad en la pérdida de empleos, muchos de ellos con alguna calificación, debilitando la competitividad global de la economía provincial. “El marco de incertidumbre actual con índices poco confiables genera pertubación en las empresas. Nadie puede desconocer el deterioro del poder adquisitivo, pero es necesario segmentar para tener mediciones confiables, hacer pie en la Canasta Básica y no en los bienes suntuarios, por eso es importante negociar con un Índice Changuito, porque los promedios son un engaño. Las paritarias deben negociarse con un gran nivel de racionalidad de todas las partes, no se pueden alentar expectativas inflacionarias que ponen a las empresas entre dos fuegos”, manifestó el industrial. La participación que tiene el salario del personal en los costos de una empresa ha ido variando con el tiempo y el impacto de la tecnología ha favorecido a las industrias, que robotizando la producción logran disminuirlo en la planilla total. Pero, sin embargo, en el sector comercio y de servicios es donde más impacta la nómina salarial. Un asesor contable, titular de uno de los estudios más importantes de la región vincula a varias empresas e industrias advierte que quienes tengan dependencia de su fuerza de ventas para proyectarse son quienes más alta incidencia reciben de un incremento tan alto de salarios. “Si antes era del 20 % en una industria, la inversión en tecnología lo llevó a un 10 %. Pero lo que yo veo como peligroso es que no se consensúe un porcentaje de techo para no alentar mayores expectativas inflacionarias que se espiralicen, cosa que yo veo a la vuelta de la esquina. Estas peticiones desmedidas me producen preocupación, porque los más viejos, los argentinos que tenemos más de 50 años tenemos la epidermis inflacionaria, y vemos cómo se producen los aumentos por las dudas, más allá de los estacionales”, sentencia. Costos Gabriel Bourdín, presidente del Consejo Empresario de Entre Ríos y uno de los titulares de Petropack SA adelanta que aún no se ha comenzado a discutir institucionalmente el tema, “pero sí entre los empresarios existe una posición que se la hemos planteado a las autoridades nacionales en su momento y que se repite todos los años: del mismo modo que no es lo mismo otorgar un aumento del 30 % a un empleado de un kiosco ubicado en Santa Fe y Pueyrredón de Capital Federal a hacerlo a uno ubicado en Avenida Ramírez y La Paz, de Paraná, en las industrias pasa lo mismo, sobre todo cuando los mercados de estas empresas son regionales”. En este marco, el empresario advierte que genera malestar que los acuerdos colectivos de trabajo se pactan en Buenos Aires y se bajan a todo el país sin miramientos, ya que en Entre Ríos acuerdos que lleguen al 30 % anual terminarán impactando muy fuerte sobre los números de las empresas. En el sector plástico, tal su actividad, ya se otorgó en el año 1.000 pesos no remunerativos a la espera de las definiciones paritarias. Pero una cosa es Petropack, empresa líder en el Cono Sur, y otra una Pyme que provee de envases descartables a un segmento mínimo de mercado local. El convenio de aplica en ambos casos. Un importante empresario del sector lácteo lo pone en los crudos términos de costos define el piso del 25 % con algo de fastidio. “Es una locura, no se pueden seguir avalando aumentos en los costos salariales porque ya impactan sobre el precio del producto restándole competitividad a las empresas. Nosotros podemos marcar 7 u 8 % sobre los costos y debemos pagar 30 % de aumento. Si siguen con este ritmo no se podrá seguir produciendo porque con la gran cantidad de impuestos distorsivos y los costos salariales quienes debemos competir en mercados de rotación vemos un gran problema porque no podemos llevar estos aumentos a los precios porque la gente compra menos y se produce menos”, asegura el hombre de negocios. En esto coincide también Antonio Caramagna, gerente general de Johnson Acero, quien advierte que cada estructura industrial tiene sus particularidades. “Una cosa es una industria que vende sus productos con bajo valor agregado y aquellas que han logrado un nivel de desarrollo que le permite producir con alto valor agregado y tiene más mecanismos de defensa, y esto alerta sobre la necesidad de que la industria entrerriana tenga un mentalidad de profesionalizarse, incorporar tecnología e ingresar en un círculo virtuoso. En el sector metalúrgico hay muchos pequeños talleres y grandes empresas que atienden el mercado externo. Estos últimos, además, tienen que sostenerse con una competitividad del país que viene perdiendo peso, con un dólar quieto. Pero lo paradójico es que si el dólar se mueve se traslada ese incremento a los precios de la economía doméstica, y ese sucede por la alta sensibilidad de los empresarios y la falta de un marco de confianza que el Estado no otorga para poder planificar con certidumbre”, reflexiona. –Entonces hay que concluir en que existe preocupación por el tema-, se le preguntó. –Sí-, resumió Caramagna. Diálogo El empresariado local y el Gobierno provincial han construido canales fluidos de diálogo, lo que le permitió una relación cercana con las decisiones de Balcarce 50, cosa poco común en el pasado. Sin embargo, en este tema sienten que se requieren certezas y precisiones para no perder competitividad. De cualquier modo, es la clase política la que mejor parafrasea a Pier Paolo Passollini y entiende que “el amor es eterno mientras dura”. (El Diario)