�
��El poder del mercado ha inventado a Papá Noel para Navidad”, dijo el obispo de Concordia, Luis Armando Collazuol, al fustigar el tono que adquiere la celebración de las fiestas de fin de año. Y completó: “Teme (el mercado) que si en el centro de la celebración dejamos a Jesús, disminuyan las ventas”. El religioso destacó que la celebración de la Navidad “vuelve a recordarnos el nacimiento de Jesús entre nosotros. Es él quien llega como Salvador. ¿Por qué, entonces, se lo reemplaza por un caricaturesco Papá Noel importado?”. Y destacó que como ha ocurrido a lo largo de la historia, hoy también “Jesús es rechazado o perseguido. Con violencia o con seducción, con mordazas ideológicas o con sutilezas, se intenta acallar la voz de Jesús, que proclama la vuelta de los corazones a Dios”. Y dijo: “Aunque Jesús nace en un humilde establo, predica como peregrino pobre, y muere crucificado y humillado, algunos poderes del mundo le temen”. En ese orden de ideas, en su mensaje de Navidad el obispo concordiense cuestionó el poder del mercado y la figura de Papá Noel y “la complicidad de ciertos poderes económicos, políticos, de la cultura y de la comunicación, (que) va instalando la ausencia de criterios morales en la sociedad. Temen que éstos sean una barrera al gran negocio que suponen la anti vida, la frivolidad, la pornografía, la prostitución, la droga, los negociados, como así también el consumismo hedonista, el medio ambiente a merced de las ambiciones y el armamentismo en el mundo, por sólo mencionar algo”. El obispo Collazuol planteó su propia teoría al respecto y dijo que en la Navidad se corre el eje de la figura de Jesús para centrar toda la celebración en la compra de regalos. “Mejor relegarlo del escenario público antes de que sus enseñanzas toquen las conciencias e impidan llenar los bolsillos”, observó. “Papá Noel no incomoda, viene a traernos regalos –apuntó—. Papá Noel no pide la conversión del corazón, sólo dice “¡Jo! ¡Jo! ¡Jo!” Mejor ponerlo a él en el centro de las celebraciones navideñas”. Y añadió: “Donde duele la pobreza y duele la violencia, donde quizás no haya regalos materiales o donde sufre un alma sin Dios, es mucho lo que puede regalar Jesús: un corazón nuevo para quien le abra la puerta, lo reciba y lo siga”.