E
l cardenal primado de la Argentina, Jorge Bergoglio, empezó a transitar su último año al frente del Episcopado argentino y del Arzobispado de Buenos Aires, dos puestos clave en la Iglesia, lo que dio inicio a la pulseada por saber quién será su sucesor. Bergoglio finalizará en noviembre de 2011 su segundo mandato al frente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), casi en simultáneo con el primer mandato de la presidenta Cristina Kirchner, y como no puede ser reelecto para un tercer período, deberá ser reemplazado. Asimismo, cuando el 17 de diciembre de 2011 cumpla sus 75 años, Bergoglio tendrá que jubilarse por ley católica y dejar también el Arzobispado de Buenos Aires, la diócesis más importante de la Argentina. Durante los últimos años, el cardenal Bergoglio se ubicódel otro lado de la vereda del Gobierno nacional e incluso llegó a ser calificado por el fallecido ex presidente Néstor Kirchner como el "jefe de la oposición". Pero este jesuita de 73 años logró imponer su bajo perfil, con sus viajes en subte o colectivo, y hasta con cierta moderación para declarar en temas sensibles para la sociedad, que no obstante eso, siempre resultaron pronunciamientos políticos. También sembró buenos vínculos con dirigentes de la primera línea política como la diputada del PRO Gabriela Michetti, la líder de la Coalición Cívica y también legisladora Elisa Carrió, el titular de la CGT Hugo Moyano y el ex presidente Eduardo Duhalde, entre otros. Este estilo de Bergoglio no será fácil de reemplazar, aunque los caminos que se deberán transitar en ambas vacantes no será el mismo y seguramente tendrá distinto desenlace. Según indicaron fuentes eclesiásticas a Noticias Argentinas, en la segunda semana de noviembre de 2011, unos 120 obispos de todo el país se reunirán en El Cenáculo de Pilar para celebrar una nueva Asamblea Plenaria Episcopal. Como hace tres años, los obispos deberán elegir a su titular mediante voto electrónico y hasta que uno de los postulantes logre al menos dos tercios de aceptaciones. En este contexto, uno de los que se muestra como más afín a la línea que Bergoglio llevó adelante durante seis años es el obispo de Gualeguaychú, Jorge Lozano, que al igual que el cardenal primado tiene una formación teológica fuerte con una profunda vinculación a los problemas sociales. Lozano, por ejemplo, estuvo al lado de los reclamos de los asambleístas de Gualeguaychú contra la instalación de la pastera UPM (ex Botnia) y también en casos como el trágico incendio del boliche República Cromañón. De este lado también está monseñor Jorge Cassaretto, titular de la Comisión de Pastoral Social del Episcopado, quien deberá jubilarse unas semanas antes que Bergoglio, pero continuará con esa labor. Del otro lado, el ala más conservadora de la Iglesia apunta a un perfil como el del actual arzobispo de La Plata, Héctor Aguer. Aguer es presidente de la Comisión Episcopal de Educación y suele tener pronunciamientos fuertes como cuando describió a la materia escolar bonaerense Construcción de Ciudadanía como "neomarxista y gramsciana". Según cuentan voceros episcopales, tiene buenos contactos en Roma, ciudad que visitó frecuentemente en los últimos meses, apoyados por las gestiones de su amigo Esteban "Cacho" Caselli, ex embajador menemista en Roma, y del representante del Vaticano en la Argentina, Adriano Bernardini. Esta situación también lo toma como postulante para el cargo de arzobispo de Buenos Aires, la otra discusión que se avecina, pero en la que no existe una votación propiamente dicha. Luego de que el 18 de diciembre Bergoglio presente su renuncia en Roma, el Vaticano puede tomarse un tiempo prolongado hasta designar a su sucesor, lo que mantendrá al cardenal al frente de una diócesis que tiene bajo su órbita 400 sacerdotes, 200 parroquias, 300 colegios y más de 3.500.000 de fieles. Según confiaron a Noticias Argentinas desde el entorno de Bergoglio, ese lapso podría ser de unos dos años y medio, a partir de que cumpla los 75 años de edad. Dentro de sus reemplazantes para este cargo, que trae aparejado el título de cardenal primado que lo ubica, por ejemplo, como votante en una posible elección papal, está también el arzobispo de Corrientes monseñor Andrés Stanovnik. Stanovnik tiene una excelente relación con Roma luego de haber sido durante varios años General de la Orden Capuchina a nivel mundial, y presenta un perfil similar al de Bergoglio. El rumbo de la Iglesia argentina está en juego y, si bien éticamente no les corresponde, muchos obispos ya comenzaron a trazar su estrategia de candidatura encubierta.