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ace menos de tres meses, en Brasil, el fútbol y las cuestiones de género se entrecruzaron de la peor manera. Bruno, arquero de Flamengo, fue acusado por la Policía de ese país de asesinar a su amante porque, aparentemente, ésta no había querido abortar al hijo que esperaba de él. El caso aún no se cerró, pero todas las pruebas conducen al jugador. Y por eso, Adriano, su compañero de equipo, lo salió a defender. "¿Quién no ha terminado alguna vez dándole un cachetazo a su chica?", dijo el delantero y así, casi sin quererlo, mostró cómo en la tierra de donde han surgido algunas de las más bellas canciones de amor, los maltratos contra las mujeres son hoy una situación naturalizada. Porque, lejos de ser un caso aislado, el supuesto homicidio que cometió Bruno es sólo un reflejo de uno de los mayores problemas que hoy existen en Brasil. Entre enero y mayo de este año hubo en ese país más de 270 mil denuncias a la Central de Atención a la Mujer. De ellas, casi 30 mil fueron por agresiones físicas, pero también las hubo psicológicas, patrimoniales, sexuales, 42 casos de tráfico y 207 de privación de libertad. La situación, como se ve, no es buena, pero así como desde el fútbol pudo apreciarse su dimensión real también desde el fútbol pueden surgir ideas y proyectos que apunten a su solución. Desde hace un tiempo, la Favela Santa Marta, en Rio de Janeiro, es escenario de un torneo muy particular. Allí, auspiciado por la ONG Promundo, se lleva a cabo un campeonato en el cual, para poder jugar, todos los participantes deben concurrir dos veces por semana a talleres sobre género y sociedad. Fábio Verani, promotor de la iniciativa, le cuenta a Clarín: "El fútbol es una forma de llegar a los hombres que moviliza mucho. Por eso organizamos el evento. Los domingos se juega, pero para ser parte de un equipo los hombres deben concurrir a `oficinas´, que son una suerte de ambientes informales donde se conversa sobre la masculinidad, la femineidad, la violencia sexual, emocional y doméstica". Aunque todavía continúa, el resultado de la campaña, como lo cuenta Verani, ya es excepcional. Un ejemplo, simple pero significativo, da cuenta de ello: "Al principio, nadie quería asistir a los talleres. La gran mayoría nunca había participado en ningún proyecto. Fue difícil convencerlos, pero finalmente terminó resultando. Uno de los jugadores tenía un conflicto con su esposa y había en esa relación mucha pelea física. Nunca había hablado de eso con nadie, pero después de ir a las `oficinas´ y de conversarlo con sus compañeros, su postura respecto a la pareja cambió. Ahora, aunque siguen discutiendo mucho, él ya no le volvió a pegar". Hace muchos años, la Favela Santa Marta se hizo famosa en el mundo entero porque por sus calles de barro paseó Michael Jackson para grabar un videoclip. Hoy, esos mismos pasillos por donde desfiló el ídolo pop, ya no vibran por las visitas extranjeras y sí por el fútbol de cada domingo. Es que gracias a la pelota, muchos hombres y mujeres, antes absorbidos por una violencia que se pensaba cotidiana, lograron dar un primer paso hacia una vida mejor.