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mediados de 2008 la comisión directiva de la Biblioteca Popular tomó la decisión de realizar un master plan que ordene y priorice las intervenciones puntuales que hasta ese momento se venían encarando, con más intuición que respaldo técnico. Se resolvía de esa forma una parte del problema, pero no totalmente porque, claro, aunque se tuviera un diagnóstico general iba a estar faltando el financiamiento propicio. Coincidentemente, el Gobierno provincial difundió la intención de poner en valor diferentes edificios con valor patrimonial, entre ellos el de la Biblioteca Popular, ubicados en distintos puntos del territorio entrerriano, bajo el financiamiento de la Nación, a propósito del Bicentenario. Todo se simplificó, entonces. “En febrero de 2009 quedó firme el financiamiento, cuando la Nación y la Provincia firmaron el Acta de Reparación Histórica”, explicó el presidente de la Biblioteca Popular, Iván Brizuela, antes de recordar que “a partir de ahí, hubo que seleccionar a los profesionales que iban a hacer el proyecto ejecutivo, cuyos honorarios fueron cubiertos por el Consejo Federal de Inversiones”. El equipo, integrado por una docena de personas, está liderado por los arquitectos Elisa Castro y Rodolfo Castello. “Ya tenemos un diagnóstico y un proyecto integral”, señalará Brizuela al indicar que “la restauración y puesta en valor que está en marcha servirá para encarar lo más sustancial de todo lo necesario, lo estructural; y, con los años, la institución deberá ir haciendo aportes pero que serán muy menores con relación al volumen de la inversión actual, que empezó siendo de 2 millones y luego se elevó a 2,5 millones de pesos”. Para tener una idea de todo lo que el distinguido edificio de la Biblioteca Popular está demandando, puede consignarse que cuando llueve más o menos copiosamente el agua se filtra, generosa, en la sala de lectura; o, si se encendieran todos los artefactos eléctricos juntos, a la vez, el sistema se saturaría y sencillamente saltaría el disyuntor. La intención además no es solamente retrotraer el aspecto del edificio a lo que fue en sus inicios, sino producir una intervención respetuosa que mientras restaura, adecue los espacios a las exigencias que imponen los modos actuales de apropiación del libro y los mismísimos rituales de lectura. “Más allá del hecho de que se trate de un edificio que fuera declarado Monumento Histórico, la propia estructura de la construcción condiciona las tareas a realizar”, señalaron Castro y Castello, antes de referir que “se han definido tres grandes grupos de tareas: atacar el origen de las humedades, sea de las paredes o de la cubierta; adecuar las entrañas de la construcción, es decir, reemplazar la red cloacal interna, adaptar los desagües pluviales a los volúmenes de precipitación y cambiar el cableado eléctrico; y, por último, redefinir funcionalmente los espacios a los usos y costumbres actuales”. Allí mismo, aseguraron que “las operaciones que se intentarán buscan maximizar la potencialidad de lo plantado, lo que se simplifica porque los salones tienen una capacidad de adaptación muy grande y el propio edificio exhibe una nobleza que es digna de destacar”. ABC La propia matriz constructiva ha marcado la característica del proyecto. “El edificio está ordenado conforme dos alas que se despliegan a cada lado de una amplia sala de distribución; ese eje central, con desarrollos armónicos laterales, remata sobre la sala de lectura”, se describió. “La intención es agregar en planta baja salones que complementen el uso de la sala principal, en la planta alta, a la que se accederá no sólo por la escalera sino mediante un ascensor que se va a instalar”, explicaron. La sala auditorio, cómoda, confortable, de buena acústica, aunque de uso limitado por la falta de equipos de calefacción, tendrá además una dotación sanitaria adecuada a la cantidad de personas que se espera convocar. Y hasta los camarines serán redimensionados para acoger espectáculos de jerarquía. A su vez, la nueva instalación eléctrica permitirá la colocación de paneles de iluminación más potentes. En el mismo sentido, está proyectado ampliar la boca del escenario y colocar aparatos de aire acondicionado, pero quedará sujeto a que se obtenga un financiamiento suplementario. “El trabajo constó de una primera etapa, que llevó mucho tiempo, dedicada al diagnóstico y relevamiento”, explicaron ante una consulta, no sin describir que “si bien existían algunos planos originales, ahora fueron actualizados y completados según lo efectivamente plantado, pero también se registró con las medidas de los ambientes los materiales usados, más el agregado de fotos ilustrativas”. Este aporte, además de ordenar la restauración en sí, en el futuro será valioso para encarar cualquier otra intervención. “Se relevaron molduras, mayólicas, obras de herrería, terminaciones y todo el tendido existente, eléctrico, sanitario, pluvial, se pasó todo a plano y, desde ahí, con la gente de la Biblioteca se acordaron los trabajos que se incluirían en el proyecto ejecutivo que financiará la Nación”, indicaron, al consignar que “incluye la redefinición de uso para ciertos espacios y una posibilidad de ampliación futura, desde la necesidad de colocar al edificio en condiciones de afrontar los cien años por venir”. Para integrar mejor los distintos espacios del edificio y dotarlos de un mínimo de confortabilidad, se ha previsto la instalación de sistemas de calefacción y refrigeración, junto a la dotación de soportes informáticos y de comunicación adecuados. De todos modos, el equipamiento quedará para un segundo momento. “La idea es que la máxima prioridad sea lo estructural; y, además, que el tejido de instalaciones se haga ahora aunque se vayan habilitando en el futuro, en base a las posibilidades presupuestarias”, comentaron. Es probable que en un par de meses el proyecto definitivo esté terminado y, así, la Provincia podrá llamar a licitación. Si todo sale conforme lo esperado, el 2011 podrá arrancar con los trabajos. La obra durará al menos un año, en cuyo transcurso la Biblioteca deberá buscar dónde funcionar. Pero ese es otro problema: lo más importante es que semejante construcción recuperará toda su valía, por dentro y por fuera, para jactancia de los paranaenses. Experiencia Los arquitectos Castro y Castello estuvieron involucrados con proyectos de preservación, pero no de la escala de la Biblioteca Popular, por el valor del edificio en sí, por su volumen y lo que la propia institución genera. De manera que toman esta faena como un enorme desafío multidisciplinario. “¿Qué especialidades han sido integradas al equipo de trabajo?”, se preguntó. “Se han ido designando según las necesidades de cada etapa: preservación de patrimonio histórico, cálculo estructural, instalaciones eléctricas, aire acondicionado y calefacción, sistemas sanitarios y, desde el inicio, la domótica, el control del edificio a partir del gobierno informático de sus partes”, contestaron, al añadir que “todos son profesionales locales”. Justo ahí se incorporó Brizuela para destacar que “hace cien años, para hacer un edificio como el de la Biblioteca, había que traer especialistas extranjeros que residían en Buenos Aires; de manera que con la revalorización del edificio que ahora se pretende va también la de los profesionales del medio, capacitados para afrontar semejante desafío”. (Victor Fleitas para El Diario).-