E
n “Eskimo”, una de sus canciones más famosas, el italiano Francesco Guccini canta que “a los 20 todo está todavía entero, a los 20 qué estúpidos somos en serio”, y sin duda gozó la juventud sin preocuparse por las consecuencias. Como el cantautor, que cumplió 60, los adultos encanecidos pagan en gimnasios, terapias desintoxicantes y dietas la cuenta de una adolescencia divertida, pero inconsciente y autodestructiva. Cada vicio esconde una cantidad de efectos colaterales a largo plazo curables, excluyendo en general los provocados por hábitos extremos como las drogas. “Un cincuentón que depende del alcohol o la droga desde que tenía 20 años –explica el portavoz de la Federación Italiana de Médicos de Familia, Fiorenzo Corti– debe dejarlos y dirigirse a un especialista. No hay otro camino si quiere recuperarse de algo ”. Corti afirma que los pecados de juventud con daño asegurado son el cigarrillo, el sexo sin protección y el alcohol. “El tabaco –continúa– puede provocar Enfermedad Obstructiva Pulmonar Crónica (EPOC), que se manifiesta con sofocamiento y tos incluso en verano. Quien tuvo sexo sin protección de joven corre el riesgo de contraer hepatitis, que es una enfermedad que se detecta cuando ya está en una fase avanzada. Eso sin hablar de quienes bebían mucho: su hígado nunca está en buenas condiciones”. En lo que se refiere a las drogas, provocan daños cerebrales a largo plazo a quienes han abusado de ellas. Para todos los cincuentones que de jóvenes se excedieron, la cura es la misma : actividad física, mucho pescado y verdura, poca carne y nada de cigarrillo. Una copita todavía se puede seguir bebiendo, mejor de vino tinto y no más de una al día. “Cada vez son más los hombres y las mujeres que a los 50 se acuerdan de hacerse cargo de su salud. Pero el vicio más difícil de eliminar sigue siendo el cigarrillo”, sentencia Corti. Si de jóvenes fueron aficionados a tomar más de cuatro tragos en cada salida nocturna, existe el riesgo de que las neuronas estén dañadas, que la capacidad de decisión esté disminuida y que haya perdido fuerza también la memoria. El profesor Joel Manson, docente de medicina y nutrición en la Tufts University (EE.UU.), aconseja que los amantes del alcohol hagan una hora de gimnasia aeróbica varias veces a la semana (“pero también es bueno caminar”) y una dieta sana con verduras y cereales. Y quienes eran fans de la comida chatarra no deben precipitarse sobre el pavo hervido, porque “lo único que harían es aumentar el hambre y el asco por esas comidas –sostiene John Foreyt, director del Centro de Investigación del Comportamiento en el Colegio de Medicina Baylor estadounidense–. Lo mejor es ir de a poco”. En todos los casos, el primer paso es un chequeo completo: análisis de sangre, exámenes cardíacos y especializados según el vicio que se tenía de joven. Si siempre se tomó cama solar, es oportuno hacer un examen dermatológico y repetirlo cada dos años. Lo mismo vale si se tuvo sexo con varias personas y sin protección: análisis de sangre, PAP y una buena charla con el ginecólogo o el andrólogo, que escuchando nuestra historia entenderán por dónde viene la cosa. Y que, en lo más profundo, sentirán un poco de envidia por esa juventud vivida tan intensamente. Los vicios y sus consecuencias Alcohol Afecta al hígado y, si se toma mucha cantidad en poco tiempo, también puede dañar las neuronas. Cigarrillo Es el más difícil de dejar. Puede provocar Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC). Comida chatarra Sus altos niveles de grasas y sal elevan los riesgos de enfermedades cardiovasculares. Sexo sin protección Expone a contraer enfermedades de transmisión sexual, como VIH y hepatitis. Drogas Son las que tienen efectos colaterales más graves, como el daño cerebral a largo plazo.