U
n momento de tranquilidad entre tanta furia. En pleno centro de la ciudad de Buenos Aires, donde la gente anda cargada con sus preocupaciones financieras y laborales, se abrió el primer “siestario”: un lugar para ir a dormir la siesta, con aromas y colores adaptados a la personalidad de cada uno. En Japón, Estados Unidos, Inglaterra, y Australia ya hay empresas que ofrecen servicios similares; o se lo estimula desde lo público, como en Francia. Muy cerca de la esquina de Avenida Córdoba y Florida, el emprendimiento “consiste en un espacio de armonía para ciudades con estrés, y que ofrece, además, tomarse una siesta breve pero reparadora”, dijo Viviana Vega, directora de Selfishness junto con Daniel Leynaud. Se llega al lugar y se puede dormir en camas especiales por no más de 45 minutos, que es el tiempo que el cuerpo necesita para descansar y recuperar luego el rendimiento y la concentración en el trabajo. “No hay que llegar al sueño profundo. Por eso, antes de la siesta, la persona cuenta con la ayuda de un “coach” que le sugiere ejercicios de visualización o de relajación –aclaró Vega–. Muchos piensan que al tomarse una siesta breve pierden tiempo. Pero lo cierto es que al volver a trabajar la persona está reenergizada y rinde más”. A la posibilidad de dormir por la tarde en un gran ciudad se le añade el ofrecimiento de masajes en el “siestario”, especialmente en la cabeza. Aunque tanto placer, no es barato. Cada sesión de siesta con la ayuda del coach y los ejercicios cuesta como mínimo 100 pesos. También incluye la posibilidad de tomar té, sugerido por la reconocida sommelier Inés Bertón. Y al despertar, el lugar está iluminado con una luz de color adaptado al ánimo que vive cada cliente. “Un ‘siestario’ es una idea original”, opinó Diego Golombek, director del laboratorio de cronobiología de la Universidad Nacional de Quilmes e investigador del Conicet, al ser consultado por Clarín. “La siesta forma parte del sueño-vigila, pero es algo muy individual. Algunos rinden bien con una siesta corta. Otros, en cambio, se pueden despertar de mal humor. Y está confirmado que todas las personas pasan por un decaimiento del alerta alrededor de las 14 horas, independientemente de lo que comieron, aunque todavía se desconoce la causa”. La siesta es aún habitual en el interior de la Argentina, especialmente en el Norte. Pero los habitantes de las grandes urbes dejaron de lado esa costumbre por los horarios de trabajo menos ininterrumpidos que en el interior. A principios de esta década, las siestas empezaron a ser valorizadas como una estrategia para compensar la privación del sueño que sufre la gente por la noche. “Hoy, la sociedad está privada de sueño. Más horas de trabajo, más televisión, más computadoras, entre otras costumbres, llevó a que la gente duerma menos. Incluso los jóvenes padecen tantos trastornos del sueño como las personas mayores: hasta el 40% tiene algún tipo de problemas”, afirmó Daniel Cardinali, investigador del Conicet y director de docencia e investigación de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Católica Argentina. Una razón más para dormir también por la tarde: “Es altamente recomendable que la gente duerma siesta para recuperar la privación del sueño durante la noche –enfatizó Cardinali–. La siesta es la única forma por la cual se puede continuar la vigilia de manera saludable”. (Fuente: Clarín)