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as 2.500 escuelas pertenecientes a la provincia no han recibido todavía ninguna partida para mantenimiento y limpieza de los edificios. La última vez que obtuvieron sus recursos fue en abril pasado, aunque con notorio atraso: les enviaron los fondos correspondientes a octubre, noviembre y diciembre de 2009. Pero de 2010, todavía nada. La situación obliga a los directivos a idear diferentes mecanismos de recaudación de dinero para comprar elementos clave como lavandina, papel higiénico o alcohol en gel, y mantener así el aseo de los edificios y de los propios alumnos y docentes. Más aún cuando las partidas que destina el Consejo General de Educación (CGE) no se actualizan desde hace un año. No es mucho, de igual modo, lo que se destina a mantener y asear los edificios escolares provinciales. El monto varía de acuerdo con la categoría del colegio, y esto depende de la matrícula con que cuenta: alrededor de 94 pesos para las escuelas de 1ª y de 2ª categorías. Con ingenio Sin recursos con los cuales mantener limpios los establecimientos, los directivos recurren a distintas variantes. Alejandro Marcone, rector de la Escuela Nº 20 Juan José Valle, de Concordia, cuenta que allí aplican un novedoso mecanismo de financiamiento propio: cada mes, cada docente aporta de su bolsillo 5 pesos. Así sostienen los gastos más elementales de la escuela, como una libreta de asistencia, el libro del aula, o la papelería para imprimir los certificados escolares, otro tema. “Si uno empieza averiguar, ve que ningún formulario de certificación de estudios es igual en todas las escuelas. Cada escuela hace el propio, con lo que tiene a mano. El docente o el administrativo que sabe algo de computación lo diseña, y se lo imprime en el papel que podemos conseguir con nuestros propios recursos, porque partidas para eso no tenemos. Es más, los registros de asistencia que el Consejo de Educación nos pide cada vez que hay paros, se compran con recursos que nosotros mismos aportamos”, cuenta. A diferencia de otras instituciones escolares, dice, y por la zona donde están enclavados, de mucha pobreza, no pueden cobrar cuota de cooperadoras ni tampoco arancelar el otorgamiento de certificados de estudios o de alumno regular. “Nosotros no podemos. Por eso, pusimos una cuota mensual que pagamos los docentes. Es algo voluntario. Son 32 docentes los que aportan, y el que no puede, se lo considera, y no hay problemas”, explica. Fabiana Bonnin, profesora de Biología en la Escuela Nº 30 Juan María Gutiérrez, también de Concordia, relata otro experimento sui generis: allí un microemprendimiento docente sirve para sostener los gastos más elementales que a diario se presentan. El kiosco que funciona en el patio escolar es atendido por los propios docentes, que en cada recreo se turnan para ponerse detrás del mostrador. “Pero mucho más grave que eso es el lugar donde damos clases, un galpón, sin las mínimas condiciones”, se alarma. No alcanza Viviana Sánchez, secretaria de la Escuela Cesáreo Bernaldo de Quirós, de Paraná, no duda en afirmar un dato: en las escuelas, asegura, se administra miseria. Que no es otra cosa que manejarse con los escasos recursos que el Estado remite, tarde, para limpiar los edificios. Y mantener en condiciones dignas un lugar al que a diario concurren 350 alumnos. El 12 de abril último, dice, recibieron los fondos correspondientes al cuarto trimestre de 2009, según el siguiente detalle: octubre, 93,75 pesos; noviembre, 93,75 pesos; y diciembre, 46,87 pesos. “No es un monto igual para todos los meses, y no es mucha plata. A nosotros no nos alcanza para limpiar toda la escuela”, dice. –¿Por qué en diciembre recibieron menos? –Porque supuestamente las escuelas funcionan solamente hasta la mitad del mes. Pero en realidad no es así. En nuestro caso, la escuela permaneció abierta hasta el 23 de diciembre. Y la limpieza se hizo igual, aunque como siempre, se gasta antes de que se reciba la plata. Con esos fondos, nosotros compramos lavandina, trapos de piso y alcohol en gel, por ejemplo, que está carísimo. Aunque siempre tenemos que sacar fondos de otro lado, y nos auxilia la cooperadora. La situación más difícil es en las escuelas que no tienen cooperadora: en ese caso, los docentes le piden a los chicos que lleven plata para comprar elementos de limpieza. Mariela Ravagni, rectora de la Escuela Nº 37 (ex Nº 2) Manuel Belgrano, de Paraná, dice que la cooperadora suple lo que el Estado no aporta que, cuando llega, no alcanza para cubrir las necesidades escolares. “No hay otro camino. Esta es una escuela de 800 alumnos, y hay que mantenerla”, afirma. Roque Caviglia, director Departamental de Educación de Paraná, dijo que los fondos para limpieza de las escuelas “están al salir”, aunque hasta el viernes las escuelas no contaban con ninguna novedad al respecto. Un aumento que fue sólo por la emergencia A MITAD DE 2009, durante la pandemia de gripe A, el Consejo General de Educación resolvió reforzar las partidas para mantenimiento de las escuelas, aunque sólo durante agosto. La suba entonces fue del 100 %. Durante agosto de 2009, Educación destinó 244.926,50 pesos, exactamente el doble de lo que se había enviado durante los meses de junio y julio del año último: 122.463,25 pesos cada mes. En septiembre también hubo más recursos, aunque del 50 % en vez del 100 % como había sido en agosto, y por eso el CGE giró en ese mes a las escuelas un total de 183.694,88 pesos. De ese modo, la partida para mantenimiento en las escuelas de 1ª y 2ª categoría tuvieron un aumento sustancial: de 93,75 pesos, pasaron en agosto a 187,50 pesos, monto que en septiembre bajó a 140,62 pesos. Pero en octubre y noviembre volvió al monto que había tenido a principios de año: 93,75 pesos. Y en diciembre, en el entendimiento de que durante ese mes las escuelas funcionan la mitad del tiempo, la partida se reduce a la mitad. Y junto a los montos correspondientes a octubre y noviembre, se giraron recién en abril de este año. (Fuente: El Diario)