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n 2008 recibió un reconocimiento en el Concejo Deliberante de esa ciudad del Departamento Colón por ser una personalidad destacada dentro de esa comunidad. Juan había nacido en Colonia Nueva al Sur el 26 de agosto de 1905, y a lo largo de este largo siglo de vida transitó por los distintos cambios que impuso el paso de los tiempos en todos los órdenes sociales. Su vida Era el cuarto de los siete hijos de Mateo Juan Bautista Guiffre, hijo de piamonteses y de María Magdalena Udrizard, hija y nieta de inmigrantes valesanos. Asistió a la escuela N° 7 Godoy Cruz, donde terminó el 3º grado, una formación habitual en aquellos tiempos donde comenzaba a alumbrar el siglo XX. Como todos los hijos de los colonos de aquella época, comenzó a trabajar en las tareas de las explotaciones agrícolas familiares desde muy temprana edad. En 1934 se casó con Ana Matilde Velzi y, tres años más tarde, el matrimonio se radicó con sus dos hijos mayores, Delia Ester y Osvaldo César, en la Colonia Lucas Sur en el Departamento Villaguay. En este lugar comenzó a desarrollar tareas vinculadas a la actividad agrícola ganadera, y allí nació OIga Noemí, la menor de sus hijas. Trabajo En 1948, buscando una ubicación más conveniente para que sus hijos pudieran estudiar, adquirieron la concesión 212 de la ciudad de San José, entre las actuales Sarmiento, Cettour, Maipú y 2 de Abril -hoy Villa María- y se dedicaron a la producción y venta de productos de granja. La pavimentación de la ruta Nº 26 primero, y la apertura del frigorífico Vizental más adelante trajeron nuevos pobladores a San José. Don Juan encontró en ello la oportunidad para iniciar una nueva actividad dedicándose a la compra y venta de terrenos. Comenzó a vender una parte de la concesión y bautizó este loteo con el nombre de Villa María, dando origen así a este barrio que hoy es parte de la ciudad. Ya radicado definitivamente en su casa de la calle Moreno, continuó con la actividad inmobiliaria hasta su retiro definitivo cuando ya se acercaba a los 90 años. Testigo del siglo Pese a su aspecto frágil, gozó siempre de una envidiable salud, acentuada por su moderación. Solía recordar que los mayores hablaban en patois, (pronúnciese patuá) se traduce como “hablar con las patas” y era una connotación claramente despectiva hacia las variantes lingüísticas del francés a medida que estas se alejan de Francia. También recordaba a los vecinos hablando italiano cuando se encontraban a la salida de misa y a los pregones subidos sobre una gran piedra junto a la iglesia. Comenzó a trabajar en el campo cuando todavía se araba con bueyes. Vio llegar los primeros trenes y recordaba muy bien la noche en que su padre los despertó para admirar al cometa Halley en todo su esplendor y la sorpresa de descubrir la gran nevada en una mañana de 1918. (Fuente: Diario Uno)