E
n rigor, en febrero había visitado Entre Ríos el director del Centro Nacional de Investigación Demoepidemiológica y referente nacional de Leishmaniasis para el Ministerio de Salud de la Nación, Oscar Daniel Salomón. La presencia del especialista fue producto de un año de trabajo conjunto en el sector público provincial. El “diagnóstico de terreno” practicado consistió en instalar trampas en los departamento del norte y de la costa del Uruguay para el Lutzomyia, un mosquito más pequeño que el común, que ni siquiera produce zumbido alguno, transmisor de la enfermedad al picar sucesivamente a perros infectados y seres humanos. La conclusión fue que el insecto flebótomo que se halló en Entre Ríos no está infectado, aspecto que no deja de ser valioso si se tiene en cuenta que el vector que mora en el noreste ha demostrado tener la capacidad de transmitir la enfermedad en las provincias de Corrientes y Misiones. Independientemente de esta información, la provincia ha implementado un sistema de vigilancia que se ha concentrado en las localidades del norte. “Hasta ahora no hemos tenido casos de leishmaniasis visceral, de todos modos la directora de Epidemiología, Silvina Saavedra, junto a sus pares de todo el país, estuvo haciendo un taller sobre el tema en Misiones para ver, en lugares donde el mosquito infectado habita, cómo se trabaja, cómo se hace prevención”, comentó la subsecretaria de Prevención y Promoción de la Salud, Fabiana Leiva. Síntomas La leishmaniasis es una enfermedad zoonótica, es decir, afecta tanto a animales como a seres humanos. Las manifestaciones clínicas de la enfermedad, van desde úlceras cutáneas que cicatrizan espontáneamente hasta formas fatales por inflamación severa del hígado y del bazo, junto a distensión abdominal severa, pérdida de condición corporal, desnutrición y anemia. En efecto, la leishmaniasis visceral o kala azar es la forma clínica que cobra más vidas mundialmente. De ahí la preocupación. “Sin Aedes aegypti no hay dengue; de la misma manera, sin lutzomyia no hay leshmaniasis”, refirió Leiva, antes de transmitir que “si mantenemos los límites provinciales libres del mosquito infectado, no tendremos casos autóctonos”. La comparación con el dengue es inevitable. Hasta 2006 no se había registrado en la provincia la presencia del aedes aegypti y el primer caso de dengue se produjo tres años después. La impresión es que lo mismo habría que esperar del lutzomyia: casi inevitablemente, más tarde o más temprano, el mosquito que acaba de advertirse en Chajarí, que probablemente luego aparezca en Federación y Concordia, si se confirmara que la migración del lutzomya tiene un itinerario descendente. Por lo pronto, en Chajarí se han intensificado los controles sobre perros, fundamentalmente los callejeros. Y la concientización sobre las familias en el cuidado de las mascotas. El mosquito lutzomya vive preferentemente en la basura, por lo que una buena medida de prevención es la limpieza, mantener el pasto corto, asegura que los baldíos estén en mínimas condiciones, sacar los residuos sólo un rato antes de que pase el recolector, evitar la formación de mini basurales. Leiva, al pasar, habló a favor de la conveniencia de hacer ver por un profesional a los perros que hayan estado en el norte. “Los controles veterinarios previos son elementales para estas mascotas”, añadió. Luego, afirmó que si –-como corresponde—una familia cuenta con la asistencia mínima y periódica de un veterinario no hay por qué alarmarse. (Fuente: El Diario)