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Finalmente estamos comprendiendo que nuestros comportamientos de todos los días modulan el cuerpo de muchas maneras", dijo Lee Berk, de la Universidad de Loma Linda (Estados Unidos). Este descubrimiento podría ser muy útil para las personas que sufren de inapetencia, es decir de una disminución en el hambre. Esta situación puede generar un descenso de peso involuntario que en algunas ocasiones afecta o empeora el estado de salud. La falta de apetito puede surgir a causa de múltiples enfermedades físicas como el cáncer, la insuficiencia renal, el hipotiroidismo, las infecciones, los problemas hepáticos o el consumo de ciertos medicamentos, entre muchos otros. A su vez, la inapetencia puede ser generada por cuestiones psicológicas, como la depresión, la ansiedad, el stress u otro tipo de trastornos emocionales. Reír y comer Como parte de la investigación, Berk dividió a los voluntarios en dos grupos. Durante tres semanas, una mitad de ellos vio videos divertidos y graciosos, mientras que el resto observó filmaciones angustiantes. Al medir sus niveles hormonales en respuesta a las imágenes, resultó que los participantes que aprovecharon las historias risueñas presentaron niveles hormonales relacionados a un mayor apetito. Los autores explicaron que estos cambios son similares a los observados en las personas que realizan ejercicio moderado. Berk lleva varios años estudiando la risa y asegura que esta divertida reacción también podría fortalecer al sistema inmune, es decir las defensas del cuerpo. "El valor de esta investigación es que puede proveer nuevas formas de ver, comprender y por extensión tratar a los pacientes que no pueden realizar actividad física para normalizar su apetito", concluyó el especialista.