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rabaja casi sin descanso desde hace seis días. Apenas duerme pocas horas, si es que tiene ese tiempo. Nunca pensó que sería testigo de una de las peores tragedias de la historia de ese país. "Juan está bien, está muy cansado, pero con mucha voluntad para poner todo su esfuerzo en ayudar a los haitianos que tanto lo necesitan en este momento", dijo Mario Boari, padre del joven médico. Por fortuna, Juan salió ileso del terremoto. A la media hora logró contactar a su novia para avisar que estaba a salvo, aliviando así la angustia de su familia. "Pobre Haití, pobre Haití?", son las palabras que repite sin parar. "Está muy triste por la pobreza y la tragedia por la que está atravesando la gente afectada por el terremoto", contó su padre. Desde el martes pasado, Juan trabaja unas 30 horas de corrido, descansa tres, y continúa, a la espera de los refuerzos médicos que están llegando de todas partes del mundo. Atiende a miles de víctimas al aire libre, porque los puestos sanitarios están saturados. "Gracias a Dios está bien. Por supuesto que estamos preocupados, pero esto es lo que él eligió y, más allá de los miedos que como familia podamos tener, es una gran satisfacción saber que está ayudando de esa manera y haciendo lo que él siempre quiso hacer", dijo Mario al diario La Nación. El joven estudió Medicina en la UBA y se recibió con un promedio mayor a 9.70. Además, fue jefe de residentes en el Hospital Ramos Mejía. Como buen gualeguaychuense, también es bailarín y animador de la comparsa Marí-Marí. Su misión en Haití comenzó el 27 de julio pasado, en un contingente de 500 Cascos Azules. Dentro de 11 días debería volver a la Argentina. Su familia está muy ansiosa, pero por ahora no quieren presionarlo preguntándole si extenderá su estadía dada a la situación por la que está atravesando el país caribeño.