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a cumbre de medio ambiente logró finalmente un magro texto de resolución después de dos semanas de deliberaciones con un inesperado alargue de toda otra madrugada y un acuerdo votado ayer a las diez de la mañana, mucho después que Barack Obama diera por terminado el debate. Se trata del apoyo mayoritario de 188 países al acuerdo alcanzado en la noche del viernes por EE.UU., Brasil, India, China y Sudáfrica y que tiene la oposición del bloque chavista del ALBA (Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Cuba) y Sudán. Se trata de un resumen de buenas intenciones, que no es vinculante y por lo tanto sin sanciones para quien no lo cumpla. Así, quedó demasiado lejos de las expectativas generadas en torno a la mayor reunión sobre cambio climático de la historia, y no fija porcentajes o fechas de reducción de gases contaminantes. Eso es algo que se determinará en un acuerdo posterior que se debería alcanzar antes del 31 de diciembre del 2010. Pero sí especifica cuáles serán los fondos disponibles para que los países más vulnerables afronten los efectos del cambio climático. Será de 10.000 millones de dólares entre 2010 y 2012 y 100.000 millones anuales a partir de 2020 para mitigación y adaptación. La presidencia de la conferencia anunció a las diez de la mañana de ayer y tras una maratónica madrugada de discusiones que "se toma nota del acuerdo de Copenhague del 18 de diciembre de 2009", y que en su encabezamiento incluirá la lista de los países que se opusieron. El plenario había quedado suspendido a las tres de la mañana cuando el bloque chavista rechazó el documento que ya tenía para ese entonces el apoyo y la firma de 28 países. El problema se planteaba por la exigencia que tiene las Naciones Unidas de que cualquier documento que se obtenga en su seno debe ser por consenso. Los bolivarianos aceptaron finalmente presentar su postura como una nota informativa pero, la Unión Europea lo objetó porque dijo "eso impediría aplicar la financiación prevista para 2010". Finalmente se encontró la fórmula de hacer un texto general con una llamada en la que se especifica a los 5 países que se oponen lo cual acabó por quitar relevancia al documento. El ministro británico de Cambio Climático, Ed Miliband, fue quien metió presión para conseguir el pacto. Pidió convertirlo en una decisión de la convención, lo que le daba más valor. "Tenemos dos caminos: o asumimos este texto imperfecto pero preparado con buena fe o rompemos esta convención", dramatizó. Lo decía en relación a que si la cumbre rechazaba un papel común los países que lo acordaran seguirían adelante por su cuenta y esto acabaría con la convención que desde 1992 bajo Naciones Unidas organiza la lucha contra el cambio climático. Finalmente y favor de ponerse de acuerdo a como diera lugar, apareció el texto definitivo que no marca cuotas de emisión pero en el cual todos, con extrema obviedad, coinciden que el calentamiento global es un problema grave del planeta y estipula unos fondos para los países más pobres. "Terminamos por sellar el acuerdo", dijo Ban Ki Moon, el secretario general de la ONU, que había estado esperando con ansiedad el resultado. "No es un acuerdo que deja a todos contentos pero es un comienzo esencial", agregó. La ONU puso énfasis en el hecho de que el documento se propone la meta de mantener el aumento de la temperatura global por debajo de los dos grados centígrados y el tema va a ser revisado en el 2015 para intentar reducir esa meta a 1,5 grados, pero eso también pareció un gesto políticamente correcto pateado hacia adelante. A pesar de esa nota de optimismo, de inmediato comenzaron los reproches sobre lo que ocurrió en esta desilusionante cumbre. El ministro de Ambiente de Brasil, Carlos Minc, culpó a EE.UU. por lo ocurrido. "Ellos son los responsables de este fiasco. El texto final deja mucho que desear, hoy es un día triste, de mucha frustración", dijo Minc mientras salía ayer rumbo al aeropuerto con un cansancio y un enojo enorme encima. Minc no podía dejar de destilar su contrariedad: "Brasil fue reconocido como un país que dio todo de si, propuso metas fuertes, reducción de la deforestación de la Amazonia, el discurso de Lula fue saludado por otras delegaciones. Pero a pesar de todo el esfuerzo el resultado es muy pequeño de cara a las urgencias del mundo". Obama fue atacado también por los conservadores de su país. Se burlan de su segundo fracaso en Copenhague. El primero fue cuando llegó hasta acá para presionar para que Chicago se quedara con las olimpíadas y éstas fueron a las manos de Brasil. Y en esta oportunidad, se suponía que con su carisma iba a lograr dar vuelta esta cumbre. Tampoco lo logró. Ahora todo queda para una reunión en Bonn, Alemania, en mayo de 2010 y una nueva cumbre climática en México para fines de ese año. Si se logra finalmente un compromiso global para recortar las emisiones de gases contaminantes por lo menos en un 50% para el 2050, tal vez, Copenhague pueda ser recordada como el lugar donde se dio un balbuceante primer paso. De lo contrario, será la tierra donde se enterró una ilusión planetaria. (Fuente: Clarín)