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esde el Día de la Lealtad peronista para acá, el 17 de octubre pasado, se ha tornado vertiginoso el ritmo de la interna justicialista en Entre Ríos. Ese día hubo dos actos: uno protagonizado por Sergio Urribarri frente a Casa de Gobierno, con una convocatoria provincial de la estructura y militancia del oficialismo y con un palco ancho, generoso que reunió a la mayoría de la dirigencia provincial. Otro, en el Estadio Obras, en Buenos Aires, que tuvo como orador de cierre a Jorge Busti, escoltado por un puñado recortado de figuras del peronismo antikirchnerista donde se mezclaron el presidenciable Felipe Solá, con nombres desgastados como los de Ramón Puerta o los hermanos Adolfo y Alberto Rodríguez Saá. A partir de ese día, cada dirigente en el justicialismo parece tener que dar cuenta qué camiseta se pone, a qué “lealtad” responde. El presidente de la Cámara de Diputados fue a fondo con su discurso de barricada en contra del oficialismo K. También profundizó su arenga por un PJ no adicto a los gobiernos peronistas de orden nacional y provincial. Buscó instalar también las disputas en el terreno departamental, promoviendo la consolidación de bloques del “Peronismo Federal” en los concejos deliberantes. Y finalmente, su apuesta más importante: presentó su Plan B: ir, por fuera del PJ, derecho a la elección general en 2011. Pero el Gobernador minimiza la advertencia de su antecesor. Asegura que no encontrará condiciones para dar ese salto, y acumula poder a cuentagotas. Mientras, abona la expectativa de un acuerdo forzado del peronismo, que imagina bajo su hegemonía, para buscar su reelección. En guardia Urribarri balconea desde la Casa Gris el conflicto interno que lo tiene por protagonista, aunque casi nunca por vocero. Sólo muy recientemente encontró intendentes, funcionarios, dirigentes de mediana envergadura que salieran a la arena de la disputa política y hablen en nombre del urribarrismo, esa identidad que no termina de consolidarse y que sólo pudo insinuarse cuando el mandatario provincial mostró vocación de aspirar a la reelección en 2011. En su entorno, afirman que el mandatario se siente seguro en el frente que ha consolidado con los intendentes. Alineados -mitad por convicción, mitad por la dependencia creciente de las políticas propiciadas por la provincia y por Nación- no hay uno solo de los presidentes municipales que saque los pies del plato. Pero el titular del Ejecutivo ha ido por más. Siempre por motivos de gestión, ha entablado acercamientos con referentes del bustismo como los diputados Darío Argain, Fabián Flores y Juan Bettendorf. En esos encuentros –cuentan- Urribarri no pide explicaciones de los alineamientos para 2011 pero avanza en contactos y en dar respuestas que sólo puede dar quien administra el Estado en tiempos como los que corren en la Argentina. Además, buscó aceitar la relación con los senadores, que se reparten en mitades entre urribarristas y bustistas aunque no votan divididos y bajan la voz si se trata de hablar de la interna. El que más vocifera, Santiago Gaitán, fue a Venezuela y desde entonces el oficialismo lo cuenta como propio. El mandatario, además, tiene especial interés en reforzar sus convocatorias a los diputados, terreno donde Busti es amo y señor. Departamentos Por otro lado, Urribarri minimiza la capacidad de daño institucional que pueda generar en los concejos deliberantes el intento de su adversario de plantar su bandera con la conformación de bloques del Peronismo Federal. Por caso, se asegura que en Concordia el intendente Gustavo Bordet tuvo en riesgo la mayoría entre los ediles pero que, finalmente, la relación de fuerzas quedó planteada en partes iguales pero con una presidencia bustista que, al no votar, deja en ventaja al oficialismo. Al respecto, se afirma que el Gobernador está dando la pulseada en las internas departamentales. Busca limar las históricas contiendas entre dirigentes locales, promoviendo acercamientos complicados como en Gualeguay, entre el intendente Luis Erro y el legislador Hernán Vittulo. O en Colón, donde teje alianzas con intendentes de distintas localidades (Hugo Marsó o Pablo Canali) y el legislador por el departamento, Oscar Arletazz, para ocluir el accionar de un dirigente del bustismo, como Eduardo Jourdán. En este camino, y buscando no bajarse de los movimientos de “la gestión”, Urribarri buscará retomar la suerte de gira por localidades del interior. La iniciativa, que marcó el principio del período, quedó suspendida con el conflicto agropecuario pero fue retomada días pasados cuando permaneció 48 horas en Gualeguaychú. Reglas de juego Urribarri optó por no ceder un ápice en su discurso kirchnerista. En su entorno, valoran que en el actual escenario político sigue siendo lo más conveniente. Se apuesta al piso K –“ronda el 30 por ciento”, aseguran - lo que cobra relevancia ante una oposición dispersa y a un peronismo disidente que no termina de encontrar su candidato. Se espera “sumar un poco más” con el peronismo entrerriano que, como se dijo, no se imagina fracturado por una fuga de Jorge Busti y sus aliados. Pero si fuera necesario, si el kirchnerismo cayera aún más, en la Casa Gris no descartan desdoblar las elecciones provinciales de la nacional. De todos modos, nadie imagina, a ciencia cierta, como se reordenará el tablero político si el oficialismo logra sancionar la ley de Reforma Política que obligue a partidos y ciudadanos a participar de una instancia de elecciones primarias para dirimir candidaturas. La novedad en los diarios nacionales, sin embargo no debiera hacer olvidar que las reglas de juego, en Entre Ríos, se siguen rigiendo por la polémica Ley Castrillón de internas abiertas. Pergeñada en conjunto por Busti y Urribarri, en tiempos de alianzas para la elección de marzo de 2007, la norma terminó por obligar a Julio Solanas y Enrique Tomás Cresto a presentar una fórmula por fuera del PJ. La famosa Lista 100 fue, de algún modo, hija de esa ley que sigue vigente pese a los cuestionamientos de la que ha sido objeto por parte de todos los partidos. Requisitos Con un control del Estado provincial y de los municipios, y con una presidencia del PJ afín a la gestión, es el Gobernador quien sea, tal vez, el más beneficiado por la vigencia de esta norma. El artículo 6 dice textualmente que “se denegará la pretensión de oficializar candidaturas en los siguientes casos: a)- Si la postulación de gobernador y vicegobernador no fuera hecha conjuntamente con, por lo menos, quince candidatos a Senadores y una lista completa de Diputados; b) - Si la postulación de Presidente Municipal no se hiciera en forma conjunta con una lista completa de concejales titulares y suplentes”. Pero además, no deja margen de negociación posible entre ganadores y perdedores en la interna. Quien apuesta en un sector lo hace de una vez y para siempre. Quien pierde queda desterrado de la distribución de poder ya que, ni siquiera, la ley contempla la integración de minorías. La ley instaura ya, desde la interna misma, la lista sábana para la Cámara de Diputados. Terminó con la tradición del peronismo cuya orgánica preveía la posibilidad de disputa de una banca de diputado por el departamento como lo hicieron, en distintos contextos, por ejemplo, Eduardo Jodor que ganó en Gualeguay; o Raúl Solanas que ganó en Paraná, a la Lista 2 hegemonizada en otros tiempos por Busti y Urribarri. Antes de la entrada en vigencia de la Ley Castrillón, el peronismo, tras la interna y con los ganadores en cada departamento, terminaba por armar la lista en un congreso partidario donde las negociaciones y la búsqueda de consensos entre distintos sectores estaban a la orden del día. Pero eso, mientras siga vigente la norma, es sólo recuerdo. (Fuente: Luz Alcain. El Diario).-