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or: Sergio Schneider El gobernador del Chaco decidió remover del gabinete provincial a Sandra Mendoza, su esposa, tras un nuevo escándalo protagonizado por la primera dama, quien horas antes había intentado frenar un operativo policial mediante el cual se desalojó un acampe instalado en la plaza central de Resistencia, donde organizaciones sociales protestaban contra su marido. En un escueto informe de prensa oficial distribuido anoche, las versiones de ruptura matrimonial y política que circulaban desde la tarde quedaron confirmadas. El comunicado, aun en su lenguaje aséptico, era claro: Capitanich anunció a sus ministros que había derogado los decretos mediante los cuales había designado a Mendoza al frente de la coordinación de algunos programas sanitarios, cargo al que ella había bajado luego de un tormentoso paso por la conducción del Ministerio de Salud. En una palabra, el gobernador la echaba de su equipo. Por separado, habría ordenado que se le prohíba ingresar a la residencia oficial que ambos compartían. El detonante de la decisión del mandatario K fue lo que había sucedido durante la siesta frente a la Casa de Gobierno, cuando la policía procedió al desalojo de la Plaza 25 de Mayo, que desde dos meses antes era ocupaba por movimientos sociales que reclamaban el pago de planes sociales y otras ayudas prometidas por Capitanich y no cumplidas. La acción tuvo un rápido éxito, ya que la mayoría de los manifestantes optó por retirarse sin ofrecer resistencia, aunque hubo algunas escaramuzas. Pero cuando todo parecía terminado, apareció Mendoza repudiando a los uniformados. "No voy a permitir que haya represión en el Chaco", gritó, forcejeando con el cordón de uniformados que se había montado en torno de la plaza e instando a los piqueteros más rezagados a volver al paseo público. Unos pocos le hicieron caso, y fueron detenidos. Mendoza se sentó entonces entre neumáticos y troncos que quedaron de las carpas desmanteladas, y anunció que se declaraba "en huelga de hambre". "Sandra, vamos", le pedían, una y otra vez, algunos asistentes. Un rato después, ella hizo caso, y se retiró. Más tarde, Capitanich reunió a sus ministros y les anunció la decisión de sacarla del gabinete. Todos sabían lo que eso significa, y en cierto modo respiraron aliviados. Con todo, nadie cree que la historia termine aquí. El carácter de ella de ningua forma no permite imaginarlo. (Fuente: Clarín)