A
quiles tenía un sólo punto flaco, su talón derecho. Era su único resquicio vulnerable y el que finalmente le hizo caer. Al igual que el héroe griego, los virus, por muy fuertes que parezcan, también tienen sus debilidades. Y, por primera vez en mucho tiempo, parece que las del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) empiezan a descubrirse. Un numeroso equipo de investigadores ha hallado dos potentes anticuerpos que tienen potencial para neutralizar al virus al atacar lo que podría ser su "talón de Aquiles". "El descubrimiento es apasionante y supone un gran paso hacia el objetivo de lograr una vacuna efectiva contra el VIH, ya que ahora disponemos de una nueva diana a la que dirigirnos", explica Wayne Koff, vicepresidente de investigación y desarrollo de IAVI (la Iniciativa Internacional para la Vacuna contra el Sida), que ha colaborado en esta ambiciosa investigación, publicada en la revista "Science". Los anticuerpos que están destinados a convertirse en enemigos del VIH responden a los nombres de PG9 y PG16 y son los primeros que se han identificado en 10 años que se dirigen a una nueva zona viral y los primeros que se logran aislar de pacientes de África, el continente donde se produce la mayoría de las infecciones. Además "estos anticuerpos, que son más potentes que los otros conocidos hasta la fecha, tienen una gran capacidad de neutralización y actúan sobre una región del virus más accesible, lo que seguramente facilite el desarrollo de nuevas vacunas", afirma Dennis Burton, profesor de inmunología y director científico del Instituto de Investigación The Scripps en La Joya (California). Según este experto "es sorprendente la potencia de estos anticuerpos. Podemos haber dado con la clave para que la vacuna tenga éxito". Los dos agentes actúan sobre la proteína gp120 que utiliza el virus para infectar a las células sanas. Y, aunque los otros anticuerpos también han actuado sobre esta zona, los nuevos PG9 y PG16 lo hacen sobre un punto que no cambia nunca -mientras los anteriores lo hacían sobre zonas cambiantes-. Esta particularidad aumenta su poder para neutralizar al VIH. "En todos los virus, por muy variables que sean, hay zonas constantes. Y este hallazgo lo que hace es mostrarnos una de esas zonas susceptibles de ser atacada. Esto es lo verdaderamente importante", indica José Alcamí, director del Laboratorio de Inmunopatología del sida del Instituto de Salud Carlos III (Madrid). Pescando en la sangre Para dar con estos nuevos anticuerpos y averiguar su actividad potencial los autores examinaron el suero sanguíneo de 1.800 individuos infectados por VIH de Tailandia, Australia, Reino Unido, EEUU y siete países de África Subsahariana. El método utilizado también ha sido novedoso y los investigadores indican que podría dar lugar al hallazgo de nuevos agentes que luchen contra el virus. PG9 y PG16 fueron aislados gracias a un ambicioso proyecto -el Protocolo G- para identificar los posibles anticuerpos capaces de neutralizar los subtipos de VIH que circulan, sobre todo, en los países en vías de desarrollo. La técnica para dar con ellos se denomina "ensayo de microneutralización". "Es como un día de pesca", indica Christos Petropoulos, director científico y vicepresidente de investigación virológica de la compañía Monogram Bioscience, que también ha participado en el estudio. "Es como si hasta este momento estuviéramos utilizando un cebo inadecuado para `pescar´ estos anticuerpos", dice. "Gracias a esta colaboración global hemos averiguado que la mejor forma de identificar los agentes más potentes y con más capacidad de neutralización es mirar directamente su capacidad para bloquear la infección por VIH, mientras que antes lo que se miraba eran otras cuestiones", recoge el trabajo. Lo que se estaba buscando, explica Burton "eran anticuerpos capaces de actuar contra muchas cepas diferentes del virus, conocidos como anticuerpos ampliamente neutralizadores, porque pensamos que son una herramienta que ayudará a diseñar vacunas que protejan a las personas frente al VIH. Hemos aislado dos de ellos, extremadamente potentes, lo que es muy importante porque si lográramos introducirlos mediante una vacunación necesitaríamos inocular niveles más bajos que si utilizáramos otros agentes". Para que una vacuna sea capaz de proteger de la infección debe enseñar al organismo a producir estos anticuerpos antes de que se exponga al virus. Experimentos con animales sugieren que conceptualmente estas vacunas podrían funcionar. No obstante, Dennis Burton advierte de que "las implicaciones en la práctica clínica de este hallazgo todavía están lejos. Sólo es un paso importante para investigar nuevas vacunas".