A
un año de la operación, el hombre que recibió el primer trasplante de brazos en el mundo ya puede comer solo, se viste sin ayuda y anda en bicicleta. En una conferencia de prensa realizada en el Hospital de Memmingen (sur de Alemania), Karl Merk (55) se rascó la cabeza y la espalda ante las cámaras, y movió los dedos de la mano izquierda. Merk, un robusto productor lechero, perdió ambos brazos casi a la altura del tronco en 2002, en un accidente con una máquina agrícola. Intentó en dos oportunidades utilizar prótesis, pero sin éxito. Se dirigió entonces a la clínica Rechts der Isar, de la Universidad Técnica de Munich, especializada en cirugía plástica y de las manos. La preparación de la operación llevó mucho tiempo. El equipo realizó prácticas previas con ratas, perros y otros animales, así como con dos cadáveres. Después hubo que esperar hasta que apareciera un donante que tuviera la misma edad, contextura física, altura, color de piel y grupo sanguíneo que Merk. La operación, que tuvo una duración de 15 horas, fue realizada entre el 25 y el 26 de julio de 2008. Los médicos pensaban que pasarían al menos dos años antes de que los nervios de los brazos crecieran lo suficiente como para permitir el movimiento; pero el paciente progresó más rápido que lo previsto, gracias a un programa intensivo de fisioterapia y estimulación eléctrica. Para Merk, el momento más emocionante después del trasplante fue cuando logró alzar los brazos por primera vez. "Al principio no podía creerlo", confesó, a la vez que contó la alegría que sintió al poder abrazar a sus familiares. Señaló que su vida mejoró notablemente durante este año. "Puedo abrir las puertas y comer sin ayuda. También, andar en bicicleta y vestirme solo. Y puedo lavarme, eso marcha cada día mejor". Seis días por semana, Merk va a la mañana a la clínica para hacer ejercicios de rehabilitación, y no sale hasta las 3 de la tarde. Christoph Höhnke, el cirujano que condujo el equipo, destacó que fue su tozudez la que le permitió progresar tanto, incluso para largarse a hacer actividades prohibidas por el médico, como por ejemplo andar en bicicleta. Una de las cuentas pendientes de Merk es que todavía no puede levantar su jarra de cerveza. "Por ahora tengo que beber con pajita, pero tendría que poder lograrlo pronto -comentó-. Mi mayor sueño es que mis dedos puedan sujetar cosas y volver a hacer todo yo solo".