E
n los últimos tres años, cada día cerraron tres tambos. O, dicho de otro modo, de los 15.500 tambos que funcionaban en 2006, actualmente sólo perduran 10 mil y la producción de leche se estancó en 10 mil millones de litros anuales, de los cuales unos 8.500 millones llegan a “la mesa de los argentinos”, en forma de leche, quesos, yogures, crema, manteca, dulce de leche y otros derivados. Los especialistas advierten que el consumo de lácteos acompaña al crecimiento de los ingresos y que, una vez superada la recesión, estaría en peligro el abastecimiento local en 2011. Cada tambo que cierra significa la pérdida de un stock de ganado Holando-Argentino de sofisticada genética. Es como si un industrial mandara “máquinas de última tecnología” (los vientres con gigantescas ubres) a un desarmadero para que fueran desguazadas y vendidas sus partes a valor despreciable (convertidas en hamburguesas). La génesis de este absurdo escenario, según productores e industriales, radica en la creciente intervención del Gobierno. Cuando el mercado internacional ofrecía precios récord, en vez de permitir que tamberos e industriales lácteos tomaran ventaja de esta situación y pudieran reinvertir esas ganancias, el Gobierno aplicó precios de corte de exportación, una suerte de valores techo por sobre los cuales el excedente pasaba al fisco. Además, el Gobierno aplicó controles de precios a los productos finales y pisó las exportaciones, con un sistema de permisos (ROEL). Por otro lado, se compensaba a tamberos e industriales con compensaciones de cobro irregular y asignación discrecional. Los tamberos reclaman a la industria lechera un precio mínimo de un peso por litro, pero el eslabón fabril de la cadena lechera, fuertemente concentrado, dice no poder afrontar un costo superior a los 80 centavos. Sólo 12 grandes empresas, con Mastellone Hnos. y Sancor a la cabeza, concentran el 48% de las compras de leche cruda a los productores primarios de todo el país. Otras 172 pequeñas industrias se reparten el resto, pero el precio que pagan todas es virtualmente decidido a gusto y preferencia de las 12 más grandes. Este escenario concentrado se vio potenciado por las políticas oficiales. Hoy, el Gobierno ayudar al tambero aportando un subsidio de 10 centavos para los primeros 3 mil litros de los tambos más pequeños, de hasta 6 mil litros diarios. Además, estableció un mecanismo de compensaciones para toda la cadena como intento por paliar sus desequilibrios, pero el 85% de los aportes a las industrias lácteas fueron a parar a manos de entre 8 y 10 empresas grandes. Las pyme, prácticamente no recibieron un centavo. (Fuente: Perfil)