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etrás de esa cifra se esconden las diversas vías (al menos las registrables) que los argentinos, con mayor o menor poder económico, utilizaron para pasarse de pesos a dólares y, en algunos casos, para cambiar de país sus ahorros. El número y las divesas vía de salida que registra el Banco Central computa solo lo que se hizo por vía legal, es decir lo que la ley no prohibe expresamente. De modo que en esa cifra entran tanto los 2 millones de dólares por mes que están permitidos para cada persona física o jurídica, como las operaciones financieras conocidas como "contado con liquidación", es decir un disfraz que ofrece el mercado de capitales para que, bajo la forma de una compra y venta de títulos o acciones, un inversor entregue en el mercado local sus pesos para recibir dólares en una cuenta en el extranjero. Pese a los diversos vericuetos que existen, la compra de billetes (en bancos o en casas de cambio) explica casi la mitad de la fuga. Ahí entran los que dan la cara y firman papeles como quienes utilizan a los "coleros", que prestan el DNI para que otro se haga de los dólares sin dejar sus huellas en los registros del BCRA o la AFIP. Por cierto, para el Central la palabra "fuga" se traduce como "formación de activos externos" y en la cifra global incluyen a los depósitos en dólares en el sistema financiero local, una renacida "pasión" de los argentinos, que parecen haber olvidado las heridas del corralito, el corralón y la pesificación. De hecho entre 2007 y hoy los depósitos en dólares crecieron casi 6.000 millones de dólares. También se van por transferencias desde cuentas locales a cuentas en el exterior. En ese renglón se computan 12.740 millones de dólares. Una cuarta vía detectada es la compra de títulos valores, es decir activos financieros nominados en dólares, como los CEDEAR, valores representativos de empresas cuyas acciones cotizan en el extranjero. Vale recordar que la salida de capitales mantiene su ritmo pese a diversas medidas que se tomaron en los últimos tiempos. La más importante, las fuertes trabas que se impusieron al mencionado "contado con liqui". Es una operación que se usa tanto para ingresar como para sacar dólares del país eludiendo los controles cambiarios. Precisamente hasta 2007 se la propuso para obstaculizar el ingreso de capitales. Pero en aquellos días Economía la descartó para no quitarle "profundidad" al mercado de bonos. Luego, con la fuga en marcha, sí se la aplicó y contribuyó más a deprimir los precios de los bonos que a frenar la fuga. Tal vez aceptando que no hay mucho más por hacer desde lo normativo, el Central eligió trabajar a la par de la AFIP. Lo que buscan ahora es detectar si todos quienes compran dólares tienen capacidad patrimonial declarada como para realizar tales operaciones. Pero los funcionarios del Central (como bien lo reconoce su director Carlos Pérez) asumen que la fuga de divisas se frena con una mejora de las expectativas. También con un escenario global más benigno. En los últimos meses no se vio nada de eso. Aquí se manipulan estadísticas y se estatizaron las AFJP. Afuera, estalló la crisis financiera más grande desde el crack de 1930. Demasiado para un país apasionado por el dólar. (Clarín)