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xpertos del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn), a través de la sección de Endocrinología del Hospital Josep Trueta de Girona, que dirige el doctor José Manuel Fernández-Real, han demostrado que donar sangre conduce a una mejora de la resistencia a la insulina y, en consecuencia, podría evitar la aparición de la diabetes tipo 2, la más común entre personas obesas y ligada a un estilo sedentario de vida. El centro, dependiente del Ministerio de Ciencia e Innovación, señaló en un comunicado que las extracciones de sangre de forma controlada permiten equilibrar los niveles de hierro que absorbe el organismo y evitar así la oxidación de los tejidos. El estudio del CIBERobn, dirigido por el doctor Felipe Casanueva, consistió en la realización de ensayos clínicos practicados a treinta pacientes varones, con una media de edad de 50 años, con diabetes tipo 2. La mitad siguió su programa estándar de dieta, ejercicio y medicación; mientras que la otra mitad se sometió al mismo tratamiento y se le aconsejó que donara sangre tres veces (una cada 15 días) durante un período de seis semanas. Según indicó Fernández-Real, los resultados mostraron que "los pacientes que donaron sangre experimentaron una mejoría significativa del control metabólico, de la resistencia a la insulina y de la función vascular manteniendo la misma medicación". Respecto a la cantidad de hierro recomendable, este experto explicó que "lo importante es el equilibrio, huir de los extremos, ni mucho ni poco hierro. Solamente las mujeres en período fértil, con pérdidas periódicas de hierro, necesitarían suplementos si aparece anemia ferropénica --la más común de las anemias, ocasionada por la deficiencia de este mineral--", apuntó. En este sentido, añadió que "al hablar de alimentos ricos en hierro, hay que tener en cuenta no sólo el contenido en hierro de dichos nutrientes, sino la cantidad de este mineral que nuestro cuerpo es capaz de aprovechar", y explicó que en los alimentos, el hierro aparece bajo dos formas. Por un lado, el hierro hemo presente en alimentos de origen animal como vísceras, carnes, pescados y mariscos y, por otro lado, el hierro no hemo, apenas absorbible por nuestro organismo y, por tanto, más recomendable, que se encuentra en los alimentos vegetales como legumbres, frutos secos, verduras verdes o cereales. Por ello, Fernández-Real recomienda la dieta mediterránea, suficiente para un aporte mínimo de hierro en ausencia, y que carece de estas carnes y es rica en pescado y verduras, que reducen la absorción de hierro. "Lo aconsejable es reducir drásticamente el consumo de carnes rojas, ricas en hierro hemo", subrayó.