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��Qué tetas grandes que tenés”, solía decirle el gerente de la empresa aérea Trans American Airlines S.A. a una empleada. Esa frase, una muletilla que soltaba a menudo, le terminó costando caro. Un fallo de la Cámara Laboral ordenó indemnizar a la mujer con más de 30 mil pesos, luego de que ella misma se considerara despedida, cansada, claro, de tanto acoso. La Justicia aprobó que “el jefe de la actora formulaba habitualmente comentarios a otros dependientes (compañeros de trabajo) y a la propia accionante respecto del tamaño de su busto y sobre sus caderas”. Por lo tanto, el hombre es el culpable por la renuncia de la mujer y la empresa debe pagar. El gerente, según la empleada, constantemente la acosaba delante de otros empleados. Un día un piropo, otro día un chiste, otro día un comentario fuera de lugar. Cuando no había gente delante, entonces los acosos se volvían agudos y desubicados. Según el fallo, estos dichos “causaron en la secretaria una lesión de sus sentimientos por el sufrimiento o el dolor que ha debido soportar”. Debido a eso, consideraron que “corresponde reparar el quebranto que supone la privación o disminución de aquellos bienes que tienen el valor fundamental en la vida del hombre y que son la paz, la tranquilidad del espíritu, la libertad individual, la integridad física, el honor y los más caros sentimientos”. El fallo fue dictado por la Sala Cuarta de la Cámara del Trabajo, que condenó a Trans American Airlines S.A. a indemnizar a la empleada con 33.165,57 pesos más intereses por el despido y el daño moral por las circunstancias que padeció. La empleada dejó de trabajar en esa empresa el 8 de julio de 2003, luego de tomar una licencia por “indicación médica”. Pese a que había presentado el certificado sanitario correspondiente, la empresa le envió el telegrama de despido. Pero la Justicia leyó ese episodio como una maniobra de la firma para sacarse de encima a la denunciante, y la rechazó de cuajo. Aceptó, en cambio, las razones antepuestas por la mujer, que se consideró despedida. “No leí el fallo. Pero estamos frente a un acoso laboral. Son formas de discriminación, hay directas –como en este caso– o sutiles, de descalificación. Es un acoso sexual que pone en evidencia las relaciones de poder. Hay una discriminación a la mujer desde la brecha salarial, los cargos a los que pueden acceder las mujeres. No estoy de acuerdo con penalizar estos casos porque es parte de un proceso cultural. Pero sí sería importante que los sindicatos hagan campañas en las empresas por la igualdad de derechos de las mujeres”, dijo a Crítica de la Argentina la abogada Birgin Haydee, autora del libro Ley, mercado y discriminación. “Las manifestaciones formuladas públicamente por el gerente de base en relación con el tamaño del busto y de las caderas de la actora bien pudieron haber afectado a ésta en su plano psíquico y es razonable que, en tales condiciones, la actora las haya asociado con una situación de acoso sexual”, explica el fallo. La declaración de una compañera de trabajo fue clave. “Ese tipo le decía que tenía tetas grandes no sólo a ella sino a mí también y quizás a otras compañeras más. Era un desubicado que todo el tiempo estaba hablando de temas sexuales”, dijo en el juicio la testigo. Para los jueces, esos comentarios “resultaron inapropiados, en especial teniendo en cuenta que provinieron de un superior jerárquico que tenía injerencia sobre la actora tanto en lo que respecta al establecimiento de sus turnos como, es de suponer, a su propia permanencia en la empresa”. La justicia laboral está sembrada de casos de acoso sexual. Cada vez más a menudo, trascienden a la opinión pública fallos judiciales que señalan a superiores jerárquicos como responsables de algún tipo de sometimiento sobre sus subordinados. El 29 de junio de este año, la Sala Quinta de la Cámara del Trabajo de la Capital Federal confirmó el despido sin indemnización de un gerente de una consultora porque le mandó un mail porno a una empleada, motivo suficiente para una causa de despido. El correo era tan chancho que los jueces no lo mostraron “por razones de buen gusto”. El nombre del archivo era “Flor de Escocia”. El gerente se defendió declarando que lo había enviado por diversión. “Fue un chiste”, explicó, pero el tribunal rechazó el argumento por tener un cargo jerárquico. “La falta cometida fue de tal entidad que por sí sola justificó la denuncia. La vulgaridad y falta de –mínimo– decoro de la presentación enviada vía e-mail por el accionante a la secretaria y la falta de respeto que trasunta resulta causa suficiente para proceder en la forma en que lo hizo la aquí demandada”, sentencia el fallo.