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Diario Crítica).- Mientras la epidemia de dengue y la pandemia de gripe porcina acaparan la atención del mundo sanitario y político, el grito silencioso de un grupo de profesionales retumba desde el noroeste argentino para llamar la atención sobre la enfermedad que evidencia la consecuencia más dolorosa e injusta de la inequidad distributiva: la desnutrición infantil. Uno de cada tres salteños menores de seis años está desnutrido. “Ni repelente, ni oseltamivir, a estos chicos les falta olla”, explica Gladys Pernas, la jefa del Servicio de Recuperación Nutricional del Hospital de Niños Jesús de Praga de la ciudad de Salta. Junto a su equipo, relevó 2.000 casos durante los últimos 24 meses y comprobó que el 33% tenía peso y talla inferiores a los parámetros que les corresponden de acuerdo con la edad. “Como los chiquitos pasan hambre, no logran encarrilarse genéticamente, crecen a menor ritmo y se quedan cortitos. Son enanos nutricionales”, asegura la especialista. Sin embargo, las autoridades sanitarias admiten que la desnutrición afecta al 18,2% de los chicos, pero sostienen que “la baja estatura se debe a factores raciales, no de alimentación”. Los profesionales hospitalarios denuncian que el único centro dedicado al seguimiento de estos casos corre peligro de ser cerrado por el gobierno provincial, que “entregó el manejo del hospital a una gerenciadora privada”. En los 22 años que lleva al frente del servicio, Pernas recuperó a centenares de criaturas víctimas del hambre. “Armamos este servicio a mediados de 1980, cuando empezamos a notar que el 33% de los desnutridos graves entraban a terapia y la mitad se moría por sobreinfecciones. Aunque el parte formal dijera que había fallecido por una sepsis derivada de una meningitis, por ejemplo, en realidad la causa de muerte había sido la desnutrición complicada por el cuadro infeccioso”, explica la especialista. “En la edad pediátrica, la persona necesita más comida porque es cuando más crece, donde la multiplicación celular es muy intensa. Si no tengo lo necesario para esa multiplicación, en lugar de crecer tres centímetros por mes, voy a crecer uno, porque me faltaron los nutrientes para esta multiplicación”. En el trabajo titulado “Valoración del estado nutricional (VEN) al ingreso hospitalario”, Pernas, junto a sus colegas Miguel Benegas, Cinthia Bastianelli y Adriana Spiess, plasmaron las conclusiones de un relevamiento realizado durante dos años en el servicio que dirige sobre 2.000 pacientes asistidos. Entre las conclusiones a las que arribaron, se destaca: “La desnutrición sufrida durante el embarazo y los primeros meses de vida produce daños irreparables como el retraso mental y físico, bajo peso y talla, y dificultades en el aprendizaje”. ¿Manipulación? “Ante la falta de alimentos, lo primero que consumen estos chiquitos son las grasas y las proteínas del propio organismo. Si la malnutrición persiste, empieza a afectarse la talla del cuerpo. Ésos son los casos crónicos, parecen normales, aunque siempre quedan más enanitos: una adolescente de 15 parece una nena de nueve”, detalla Pernas. Y plantea un cuestionamiento a las metodologías de medición que ocultan los casos crónicos. “A los bebés menores de un año sólo se los clasifica según un indicador antropométrico basado en la relación peso/ edad, sin tener en cuenta la talla, que permitiría detectar la desnutrición crónica”. Según Unicef, la desnutrición crónica afecta al 8% de los niños y niñas menores de cinco años en todo el país. En Salta, el número al menos se duplica, de acuerdo con las estimaciones oficiales. Y se cuadruplica si se toman los datos del relevamiento realizado en el hospital pediátrico de la capital, donde el 33% de los niños y niñas no cubre sus necesidades básicas nutricionales. Historias de enanos Noemí P. llegó al mundo el 12 de febrero de 2009. Los médicos que la ayudaron a nacer anotaron en las planillas que su peso fue de 1,780 kilogramos y que tuvo una talla de 40 centímetros. “La chiquita nació con un retraso de crecimiento intrauterino, lo que evidencia la desnutrición de su madre, que la abandonó después de parirla”, relata Pernas. “Con 4 meses y 12 días, debería pesar 6,5 kilos y medir 70 centímetros, pero pesa 3,640 y mide 51 centímetros, es como si tuviera 20 días de vida”, detalla. La recorrida por el servicio continúa. Raquel S. tiene 18 años. Su hijito Alexis nació hace un año, con 2 kilos de peso. Hoy no supera los siete kilos 800. “Está flaquito, por eso se enferma”, dice la mamá, que lo cuida sentada al borde de la cama ubicada en una de las salas de recuperación nutricional. Los S. son nueve hermanos y viven en una vivienda precaria de Rivadavia, una localidad a 200 kilómetros de la capital provincial. Alexis fue atendido en el hospital local por una complicación respiratoria y le detectaron la desnutrición. “Las malas condiciones alimentarias agravan cualquier cuadro. Aparecritica cen los parásitos gastrointestinales, que detienen el crecimiento”, explica Pernas. Axel nació hace diez meses en una vivienda del barrio Arturo Torino. “Vivimos medio apretados, con mis padres y mis siete hermanos”, cuenta Beatriz D., mamá de este bebé que apenas pesa 7,750 kilogramos y presenta una desnutrición del 18%. La mujer tiene 27 años y otros tres hijos de 10, 8 y 3 años. El grupo se mantiene con un plan familiar de 295 pesos mensuales que cobra uno de los hermanos menores de Beatriz. “Cuando no tenemos para darles de comer, los llevamos a la copa de leche que funciona en el barrio”, relata. Peligro de cierre El proceso de gerenciamiento privado de la salud pública no es nuevo para los salteños. Y los resultados no son los mejores, según los profesionales. “En ocho años de gerenciamiento del Nuevo Hospital Materno no ha mejorado la salud de la población involucrada”, sostiene un informe de la Asociación de Profesionales de la Salud salteña (Apsades). El estudio afirma que “el Estado debería evaluar y corregir la orientación de sus políticas sanitarias y priorizar efectivamente las acciones de atención primaria en vez de pagar un canon a los privados para que se hagan cargo del negocio”. Sin embargo, en aproximadamente 60 días el Hospital de Niños cerrará sus puertas para integrarse como un apéndice del ya gerenciado Materno, bajo el control administrativo de la fundación Santa Tecla. Pernas teme que el nuevo esquema ponga en peligro el trabajo de su servicio. Y vaticina que “con el traspaso a manos de la gerenciadora, se va a romper el equipo multidisciplinario que trabaja en el servicio, los chicos van a terminar internados en salas generales y nadie se va a ocupar de recuperarlos nutricionalmente”. “No son enanos nutricionales son enanos raciales", dicen las autoridades “No son enanos nutricionales, son enanos raciales”, explicó Patricia García, jefa del programa materno infantil de la provincia de Salta. En una singular interpretación científica de la denuncia formulada por la doctora Pernas, la funcionaria aseguró que “el tamaño de los chicos guarda relación con las características genéticas de los aborígenes que vivían en esta región y se origina en la hipoxia relativa que sufren los habitantes del noroeste argentino que los hace antropométricamente más pequeños”. También admitió que “a pesar de que hemos implementado programas de asistencia nutricional para menores de seis años y madres embarazadas, sabemos que no son suficientes y que tenemos que mejorar nuestros indicadores de talla, porque estamos por debajo de la media nacional”. Oficialmente los funcionarios reconocen que el 12% de los chicos que tienen entre uno y seis años y el 6,2% de los bebes menores de 12 meses están desnutridos. Al ser consultado sobre la posibilidad de que el Servicio de Recuperación Nutricional del hospital de niños sea cerrado a partir del gerenciamiento privado dispuesto por el gobierno provincial, el subsecretario de Salud Carlos Alejandro Gravanago aseguró que “los pacientes crónicos o con patologías sociales van a seguir siendo atendidos sin inconvenientes ya que el hospital de gerenciamiento privado continuará siendo público y la fundación que se hará cargo –llamada Santa Tecla– cobra un canon mensual para hacerse cargo de la administración y nada tiene que ver con lo asistencial”.