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a asfixia erótica que podría haber causado la muerte de David Carradine, el actor de "Kung Fu", reabrió el debate sobre los peligros de los juegos sexuales "extremos", como estrangular, pinchar y pegar, que se practican para sentir mayor placer durante una relación sexual con una persona (o varias) o en la masturbación. De hecho, 1.000 estadounidenses mueren al año por causa de estas prácticas, según un estudio de la Universidad de Washington. Esa investigación encendió la alarma. Hoy, varios centros universitarios de Estados Unidos crearon "The Nacional AEA Research Project" (El proyecto de Investigación Nacional para el Análisis de las Asfixias Autoeróticas), que ayudará a identificar y analizar sus riesgos. En la Argentina no existen estadísticas, pero Adrián Sapetti –sexólogo, psiquiatra y presidente de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana–, contó que "cualquier juego sexual puede ser una situación riesgosa y provocar tanto daños físicos como psicológicos". ¿Cuáles? Por ejemplo: hacer un enema para lograr una mayor estimulación anal puede causar infecciones o enfermedades de trasmisión sexual. Lo mismo pasa cuando se recurre a la "lluvia dorada" (orinar sobre el otro), o a la quema con cera de una vela sobre los genitales. "La práctica más peligrosa es asfixiar (bajar el nivel de oxígeno que llega al cerebro para conseguir placer) porque puede provocar la muerte", dijo Sapetti. "A veces ocurre accidentalmente porque quizás la pareja lo practicaba por primera vez", agregó Isabel Boschi, sexóloga, y presidenta de la fundación que lleva su nombre. En el filme "El imperio de los sentidos" se retrata un caso así. Los dos expertos coincidieron en que cualquiera puede valerse de estas técnicas porque "el deseo es insaciable y los juegos despiertan fantasías", pero son los hombres quienes más las usan por dos factores. Primero: por la naturaleza de la hormona testosterona, que los hace más agresivos y con más deseo de lastimar en búsqueda de placer. Segundo: porque suelen buscar un estímulo visual para excitarse mientras que las mujeres prefieren uno táctil. Los riesgos, en la mayoría de los casos, van más allá de lo físico. Según Sapetti, si se somete al otro a tener juegos eróticos sin su consentimiento puede generarle un shock traumático: "Tendrá terror a tener relaciones sexuales y se sentirá incómoda con todo lo que tenga que ver con sexo". Boschi, en tanto, remarcó una diferencia: practicar un juego erótico de manera aislada es una cosa y otra es que ese juego resulte imprescindible para alcanzar el orgasmo. "En ese caso deja de ser un juego y ya sería una parafilia, un comportamiento compulsivo y repetitivo cuya predilección quizá se originó en la infancia", dijo. Para Sapetti, se trata de una parafilia cuando se practica de manera constante en un mínimo de seis meses. "Ahí se entraría en el terreno de las perversiones", dijo. ¿El límite? "Está en el deseo de cada uno y en la premisa de no lesionar; una cosa es jugar, hacer `como si´, y otra es que ocurra realmente. Hoy te muerdo, mañana te apago un cigarrillo en el pecho, pasado te asfixio. Hay una secuencia que se va anunciando", explicó Sapetti. Para Boschi, no conviene jugar a la ruleta rusa con el sexo si todavía no se alcanzó la madurez afectiva.