U
na caricia bien dada, es decir, a cuatro o cinco centímetros por segundo, puede preservar una relación. Así lo afirma un estudio realizado por la Universidad de Carolina del Norte, en Estados Unidos, la Universidad de Gotemburgo, en Suecia, y científicos de la empresa Unilever, que también revela que para que una caricia surta efecto debe respetar velocidades específicas. O sea, una caricia placentera no se logra así como así. La investigación, que tuvo como objetivo comprobar cómo se codifican las sensaciones táctiles agradables, descubrió –usando un estimulador táctil robótico que desplaza un pincel sobre el antebrazo– que una buena caricia tiene que ser dada a cuatro o cinco centímetros por segundo. Además, se identificaron unas fibras nerviosas llamadas C-táctiles que sólo se encuentran en la piel con vellosidades. Éstas no se encuentran en la mano, y no es casualidad. El profesor Mc Glone, representante de Unilever en la investigación, explicó: “Creemos que puede ser la manera en que la madre naturaleza se asegura de que no se envíen mensajes cruzados al cerebro cuando la mano se utiliza como una herramienta funcional”. Sobre la trascendencia de las caricias para que una relación perdure más allá del coito dijo: “Nuestro impulso primario como humanos es la procreación, pero hay algunos mecanismos que están asociados con el comportamiento y la recompensa que están presentes para asegurar que las relaciones perduren”. Al respecto, el sexólogo argentino Adrián Sapetti opina: “Las caricias son claves, porque lo primero que recibimos después del shock del nacimiento son las caricias, cuando la madre toca al bebé. Es un contacto primario, pregenital y arcaico”. Añade Sapetti: “Su importancia es extrema, porque la piel es el órgano más grande que tenemos, es la intermediaria entre el cerebro y el mundo externo. Creo que las caricias son tan importantes como el coito”. Coincide con él Paola Kulliok, hermana de Luisa, que tiene una escuela de sexo dirigida principalmente a mujeres: “La importancia de las caricias es real. Las caricias reconfortan desde que nacemos, si una criatura no recibió caricias, va a tener problemas. Es gravísima la falta de las parejas que van directamente al coito sin caricias previas”. Kulliok pone como ejemplo de la importancia de ser acariciado a su propia madre: “Ella ahora está postrada en una cama. Pero una vez que estuvo internada la lavó un enfermero y ella me dijo después que si los hombres lavaran a sus parejas como la había lavado este señor, las parejas durarían más”.