O
tra muerte asistida en Europa y otra polémica. Cuando todavía se habla del caso de Eluana Englaro, la mujer italiana que dejó de ser alimentada luego de pasar años en estado vegetativo, un matrimonio británico cuyos dos miembros sufrían cáncer, se quitó la vida en una clínica suiza especializada en suicidios asistidos, según reveló la propia hija de la pareja. El caso causó revuelo en todo el Reino Unido y reavivió aún más el debate sobre la eutanasia o muerte digna, tal como denominan a esta práctica sus defensores, que cada vez son más. Los millonarios Peter y Penny Duff son los primeros británicos que se suicidan en la clínica Dignitas desde que el presidente del Tribunal Supremo inglés dio a entender que no se procesaría a quienes ayudasen a una persona con una enfermedad terminal a viajar al extranjero para suicidarse. Duff, de 80 años, presidente ejecutivo del Concurso Internacional de Vinos y Espirituosos, y su esposa, de 70, se quitaron la vida, al parecer con ayuda ajena, tras ingerir sendas sobredosis de barbitúricos. La hija del matrimonio, Helena Conibear, citada por el diario The Times, elogió a sus padres y dijo que de momento no podía tratar lo sucedido por “problemas legales”. Conibear no quiso revelar si la pareja había sido acompañada a la clínica de Zúrich por algún familiar. Edward Leigh, ex secretario de Estado británico, criticó el hecho de que por un lado las leyes británicas prohibieran colaborar en un suicidio y por otro el Tribunal de Apelaciones dictaminara que no se perseguiría judicialmente a una persona si prestaba ese tipo de ayuda en un país extranjero. Según las legislación suiza, quien colabora en un suicidio sólo puede ser interrogado por las autoridades a fin de determinarse si hubo o no delito. Se trata de una ley que se remonta a los años 30, época de grandes epidemias y donde los progresos médicos no se encontraban tan avanzados. Sin embargo, en Inglaterra y Gales, prestar asistencia a un suicida es un crimen punible con un máximo de catorce años de cárcel. Muerte digna. Hasta ahora ningún británico que ha acompañado a algún pariente a la clínica de Zúrich ha sido procesado. En 2003, otra pareja británica se quitó la vida en esa clínica suiza, aunque no se trataba de enfermos terminales. Ambos tenían más de cincuenta años, el marido sufría epilepsia y su esposa, esclerosis múltiple. Mientras tanto, según The Times, el Consejo General Médico ha advertido que se puede suspender a cualquier miembro de la profesión que se niegue a atender el deseo de un paciente de no ver prolongada artificialmente su vida. Según sus nuevas recomendaciones, si un paciente ha expresado de modo explícito el deseo de que se le retire el equipo correspondiente, el médico debe actuar en consecuencia. Desde que Dignitas fuera fundada en 1998 más de 450 personas han recibido ayuda para un suicidio asistencial. De hecho, la asistencia de esta clínica ha provocado el incremento del número de turistas que viajan a Suiza para poner fin a sus días. Los vecinos del establecimeinto dijeron a los medios que “ven entrar gente y salir cajones”.