L
a rectora de la Uader, Graciela Mingo, dijo que en los próximos quince días el nombramiento deberá estar definido, de modo de empezar el año académico con ese tema resuelto. Mingo aclaró, sin embargo, que hay un único nombre en danza, el de Firpo, por cuanto del claustro docente no surgió otro candidato para esa función. De todos modos, planteó que la designación no está aún definida oficialmente, y que va a esperar al menos dos semanas. “Es un candidato posible. Yo pedí propuestas de nombres, pero es el único que está dando vueltas. Los miembros del consejo directivo y los representantes de carreras pidieron respecto del perfil del nuevo decano, que fuera de la Facultad, y que tuviera conocimientos del manejo interno”, explicó Mingo. Firpo es docente de Humanidades, y antes de asumir como nuevo decano, si esa finalmente es la decisión que se toma, deberá abandonar su puesto de secretario de extensión en Educación, dijo Mingo. Cruces La Facultad de Humanidades ha estado en el último año en el ojo de la tormenta. La convulsión empezó cuando en septiembre de 2008 Mingo le pidió la renuncia a la entonces decana, Gloria Tarulli. Oficialmente, Tarulli presentó su renuncia al cargo a principios de septiembre, argumentando “razones estrictamente personales”. Pero en los hechos, lo que efectivamente sucedió fue un desplazamiento de hecho motivado por una investigación en marcha a raíz de supuestas irregularidades producidas bajo su gestión. A Tarulli le siguió Máximo Chaparro, quien apenas se mantuvo tres meses en funciones. A fines de diciembre, la rectora de la Uader dio a conocer el fin de su interinato en el cargo. Al argumentar la decisión, Mingo observó que había “diferencias en este período de transición” y no quería que “se sigan produciendo más fisuras y desavenencias” al interior de esta institución. Pero el desplazado dio otra versión. Y antes de irse, Chaparro formuló una denuncia penal una vez conocida la resolución Nº 1.455 que lo dejó fuera de la Universidad Autónoma de Entre Ríos (Uader). En la presentación, que tramita en el Juzgado de Instrucción Nº 7, Chaparro aseveró que fue falsificada su firma en “al menos 200 resoluciones respecto de concursos, designación en horas cátedra, nombramientos, licencias, pagos con retroactivos”. En realidad, su desplazamiento se dio en medio de un clima enrarecido. En una reunión del consejo consultivo de la Facultad de Humanidades se lo vinculó con el ala de la derecha de la iglesia en tiempos de la última dictadura militar. Aunque Chaparro pudo ejercer su derecho a la defensa en esa instancia. Y no se fue en silencio. “Mi historia es académica y en mi función he tratado de prescindir de la influencia de algunas corporaciones, de ciertos caciquismos fuertes y de internas dentro de un mismo partido. He trabajado por la normalización de la institución y lo extraño es que la rectora, entiendo, se ubica en la misma línea de trabajo”, dijo entonces. La rectora señaló que la investigación interna en la Uader está en marcha, y que para eso se reformó el cuerpo de sumariantes y del área de juicio académico. Fuente: El Diario