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uchos vecinos de Pinamar y Villa Gesell ya no aguantan más. Dicen que están cansados, que les da pudor y hasta lástima. Que todas las temporadas es la misma historia, y que cada vez es peor porque son más chicos y "más acelerados". Que hoy los jóvenes no tienen límites: toman alcohol en exceso y no les da vergüenza tener sexo en la playa abiertamente, incluso de día. Que no les importa con quién ni dónde. Un touch & go playero. Desde hace tiempo estas ciudades costeras se caracterizan como los destinos predilectos de los chicos. Más en la segunda quincena, que se fueron muchas familias y llegaron más jóvenes. Brenda Yenerich, vecina de la zona del Golf de Pinamar, se enoja: "Estoy harta de la vida nocturna y desquiciada de los jóvenes. Es algo más allá de lo que la sociedad puede soportar. Todos se embriagan y se van a la playa. Nos ponen en peligro y los policías no logran frenarlos". Amalia Altieri, vecina del muelle, lo detalla: "Vomitan, se pelean, rompen botellas, hacen pis, y después tienen sexo. No tienen noción de lo que hacen". Se comprobó que los "campamentos sexuales" se arman en la orilla, en las carpas y en las casitas de los guardavidas de cualquier balneario, desde las cuatro hasta las ocho de la mañana. Los lugares destacados: los arbustos que rodean al tobogán acuático del balneario El Viejo Lobo, las playas del sur desde la rotonda de Bunge y Del Mar, y el descampado junto a los boliches Ku-El Alma. Para el otro lado, la movida arranca desde UFO Point hacia La Frontera, y más allá van los que se aventuran en 4x4. Los paradores exclusivos del Norte, dicen los vecinos, son zona liberada. Cuenta Facundo O. (17), de Béccar, en la playa municipal: "Esta temporada y la pasada tuve sexo. La última vez nos tiramos en las reposeras a la altura de CR. Si estás a oscuras, en la playa es más romántico". En Villa Gesell, Gastón B. (17), de Rosario, dice que conoció una cordobesa en el boliche Pueblo Límite. "Su casa estaba llena de gente. Así que a las seis nos fuimos a la 104 y playa con una colcha. Yo estaba borracho, ella no sé". Juliana (17) de La Plata, dice que "tenés sexo donde venga". En todos los paradores uno o dos serenos cuidan los 100 m2 que tienen en promedio. Pero su límite de vigilancia llega hasta los postes, que lo separan por 30 metros del mar. "Si los chicos tienen sexo en la orilla no les podemos decir nada, lo mismo que si van a la playa municipal. En ambos casos es responsabilidad de la Municipalidad", afirma Federico Díaz (29), sereno de El Atlántico. "Ey, ey", grita y prende la linterna. Apunta a dos rubiecitos arrinconados a los besos en una escalera. Y revela: "Yo creo que no se cuidan porque cada vez vemos menos preservativos por acá". El 911 recibe, cada noche, unos diez llamados por este tema. El oficial Daniel Videla es uno de los que baja a la playa cada tanto para controlar que los chicos no tomen alcohol en los paradores privados. "Son zonas oscuras, es peligroso porque pueden robarles. Están como en su casa. Estos son cuatro y se trajeron alcohol para ocho personas", dice mientras les pide a un grupo de cordobeses menores de 18 que se retiren del balneario Posta Naútica. Los jóvenes se defienden. "No nos queda otra", sostienen los rosarinos Hernán (17) y Antonella (17). No hay hoteles alojamiento: el único está en la ruta 11, entre las dos ciudades costeras. "Pero tenés que ir en auto y cuesta $ 40 la hora, y ya gastamos mucho en el boliche y los tragos", explica Matías (16), de Villa Urquiza. Tomás C. (17), de Villa Adelina, confiesa que tuvo sexo oral en la playa: "Estás de vacaciones, no te vas a perder de cumplir esa fantasía". Su amigo, Joaquín (17) lo justifica: "Y es una buena anécdota para contar". El problema es que, reconocen, a veces las hormonas pueden más que la cabeza y "si te quedaste sin preservativo, lo hacés igual". Desde el Municipio de Pinamar afirman que es una ciudad para las familias. "Por eso no están habilitados los hoteles", aclara Rosa Boero, titular de la Secretaría de Turismo. Lo mismo dice la Intendencia de Gesell: "Queremos que vengan más familias y que la ciudad deje de llenarse de jóvenes". La cuestión de los chicos, el alcohol y la diversión motivó un reclamo empresario y marcó la agenda para este verano de las charlas que da en la Costa la fundación Proyecto Padres. "Los padres tienen que hablar de los peligros de entregarse sexualmente en estado de ebriedad y ser muy claros con respecto a las consecuencias no deseadas", sugiere Adrian Dall'Asta, director ejecutivo de la fundación. Mientras tanto, la polémica parece lejos de disiparse.