E
l estudio de los genes de las plantas es considerado de gran importancia en el ámbito de la agronomía porque puede ofrecer herramientas para mejorar los niveles de productividad y de calidad. En esa dirección, un equipo de científicos de Francia y de los Estados Unidos identificó el gen “a” o andromonoico, que cumple un papel central en la determinación sexual de las plantas que producen melones. El hallazgo científico fue comentado en la edición de diciembre de la revista científica Biofutur, a partir del trabajo publicado en la revista Science. De acuerdo con los investigadores de la Unidad de Genómica Vegetal del Instituto de Investigaciones Agronómicas de Francia (INRA, según sus siglas en francés) y de la Universidad de Nueva York, el gen “a” es responsable de una enzima implicada en la síntesis de una hormona vegetal llamada etileno, la que impide el desarrollo de los órganos masculinos en las flores femeninas. Observaron que una mutación en ese gen puede activar el desarrollo de los órganos masculinos en las flores femeninas y por lo tanto convertirse en hermafroditas. Al respecto, el doctor Pablo Cerdán, director del Laboratorio de Biología Molecular de Plantas del Instituto Leloir, explica: “La mayoría de las plantas producen flores hermafroditas que contienen tanto los órganos masculinos, productores del polen, como los órganos femeninos, que forman el gineceo. En las flores hermafroditas, el polen entra en contacto fácilmente con el gineceo y, si es compatible, fertiliza los óvulos contenidos en el ovario; en cambio, cuando las flores masculinas y femeninas están separadas, el viento y los insectos son importantes para diseminar el polen y facilitar la fertilización. Finalmente, el desarrollo del ovario genera el fruto que consumimos.” Asimismo, el investigador aclara que hay plantas que producen flores hermafroditas, pero no pueden autopolinizarse porque tienen mecanismos de autoincompatibilidad; en ese caso, sólo el polen de otro individuo compatible logra fertilizar los óvulos. En tal sentido, Cerdán aclara “que una flor sea hermafrodita no garantiza que su mismo polen pueda fertilizar a los óvulos de la misma flor.” Y agrega que son mecanismos importantes que contribuyen a la variabilidad genética. Genes claves El trabajo de los investigadores franceses y estadounidenses indica que las variaciones y las interacciones entre dos genes del melón, el “a” y el “g” o ginodioico, determinan el perfil sexual de las plantas. “En teoría, en el genoma de esa planta se encuentran ambos genes, es decir, una misma flor tiene la potencialidad de generar tanto los órganos masculinos como los femeninos, pero hay mecanismos que impiden, por ejemplo, la expresión de uno de ellos. Eso determinaría que una flor fuese femenina o masculina”, destaca Cerdán. “Hoy en día existen técnicas genéticas para analizar las plantas jóvenes que aún no tienen flores, y saber si van a dar flores hermafroditas, masculinas o femeninas, entre otras posibilidades. Quizás este nuevo hallazgo pueda ser útil para seleccionar plantas y cruzarlas entre sí con el fin de generar determinados tipos de melones”, señala Cerdán. El trabajo aparecido en Science podría abrir así el camino para el desarrollo de estrategias dirigidas a crear variedades de melón de alta productividad y de buena calidad con características específicas. (Agencia CyTA-Instituto Leloir)