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os servicios de protección infantil están fallando en el reconocimiento del abuso, en parte porque los médicos y los trabajadores de las escuelas y centros de salud no reportan los casos, escribieron los expertos en la revista médica The Lancet. Combatir el problema es crítico dado que hay evidencia clara de que los efectos del abuso infantil se prolongan en la vida adulta, lo que vuelve a esos niños más propensos a ser violentos y caer en conductas sexuales riesgosas, añadió el equipo. "El maltrato infantil es común, y para muchos es una condición crónica, con maltratos repetidos y continuos que provocan resultados adversos en la niñez y la adultez", escribieron Ruth Gilbert, del Instituto de Salud Infantil del Colegio Universitario de Londres, y Cathy Widom, de la Universidad de Nueva York. "La carga sobre los chicos y sobre la sociedad es sustancial", añadieron los investigadores. La definición de abuso fue amplia e incluyó los golpes de puño, las patadas, las palizas, las quemaduras, las violaciones y la exposición a pornografía, como también el rechazo y el abuso emocional, por ejemplo, al hacer sentir al niño que no vale o que no es querido. Los padres resultaron los responsables de la mayoría de los maltratos, excepto del abuso sexual, que suelen cometerlo otros miembros de la familia o conocidos, indicaron los expertos. "Los informes oficiales subestiman la frecuencia con la que se produce este abuso, dado que los registros de más de un tipo de maltrato suelen ser de agencias de protección infantil y los reportes oficiales no captan la cronología de la exposición en el tiempo", señalaron Gilbert y Widom. Una mejor cooperación entre los médicos, las escuelas y las agencias de servicio infantil podría solucionar el problema, agregaron. La implementación de líneas telefónicas de asistencia y asesoramiento confidencial también permitiría llegar a más niños en riesgo. "Medir sólo los factores de riesgo que se cree que conducen al abuso o el rechazo no es suficiente; los programas deben evaluar los resultados actuales de maltrato y de salud relacionados", expresó el equipo de Jane Barlow, de la Universidad de Warwick, en Gran Bretaña.