P
ablo Glagowsky: “Con el tambo, gano 406 pesos por mes” Hace cuatro años que alquila, junto con Luis Ríos, un campo de 50 hectáreas y un tambo para la producción de leche. Dice que “a fin de mes cerramos”, por la baja rentabilidad. Así, pasarán a engrosar el 40 por ciento de tamberos que cesaron su actividad en el último año y medio. En las góndolas del supermercado el precio de la leche varía entre 2,50 y 2,90 pesos por litro. Sin embargo, el tambero apenas recibe 80 centavos. Pablo Glagowsky (35, ingeniero agrónomo) y Luis Ríos (36, veterinario), se asociaron hace cuatro años y alquilaron un campo de 50 hectáreas con tambo en Gualeguaychú, para producir leche. Hoy exhiben sus magros números. En total tienen 32 vacas Holando Argentino y Jersey que, por las sequías (a mejor alimentación, más leche da el animal), rinden un promedio de 20 litros de leche cada día. En total son 640 litros, que equivalen a 233.600 por año. Las ganancias en bruto son de 186.880 pesos por año. A esto hay que deducirle los gastos fijos anuales, que son: pasturas, 14.000 pesos; verdeo, 4.000; silo, 8.000; fardos y balanceado, 53.560; vacunas, 9.600; inseminación, 3.840; mantenimiento ordeñadas, 3.000; guachera (terneros criados en galpones), 18.000; sueldo del personal y leyes sociales (el tambo es atendido por Juan desde hace diez años), 24.000; electricidad 2.400; alquiler del campo, 24.000; estructura, 10.000; e impuestos, 7.600. Eso equivale a un total de 182.000 pesos. Deduciendo los gastos, cada uno ganará mensualmente 406 pesos. “Esa plata es un chiste –dicen a dúo Pablo y Luis–. Existe un subsidio de 0,7 centavos por litro, que sólo cobran las grandes empresas, aquellas a las que nosotros les entregamos la leche, pero que nunca llega a los pequeños productores. A principios de junio hicimos bien los números y llegamos a una conclusión: esto no da para más; a fin de mes cerramos el tambo”. Entonces pasarán a engrosar la lista del 40 por ciento de los tambos que en el último año y medio clausuraron sus tranqueras. Mariano Bibel (27), uno de los hijos del dueño de Posta Parador (kilómetro 54 de la Ruta 14), es quien alquila el campo y el tambo a Pablo y a Luis. Y asegura: “Cuando me avisaron que se iban, hablé con mis hermanos y les ofrecimos reducirles el alquiler a la mitad, hasta que todo se normalizara. Pero ni siquiera así los pudimos convencer”. Sebastián Fagúndez: “Por cada hectárea de trigo que sembré perdí 662 pesos” El productor de Villa Elisa, Entre Ríos, describe una realidad alarmante. Asegura que “hoy no es negocio plantar nada en la Argentina”. Y se defiende de las críticas: “Tengo una 4x4 para trabajar en el campo y recién pagué tres cuotas”. Sin retenciones, el pan costará 15 pesos el kilo”, aseguró el ex presidente Néstor Kirchner en su discurso del martes 17 de junio. Y teniendo en cuenta la rentabilidad que dicen tener los productores de trigo, no estuvo para nada errado. Sebastián Fagúndez (32) alquila un campo desde hace diez años y está obligado a variar los cultivos. “Si planto sólo soja, en cuatro años el campo no sirve para nada, porque este cultivo destruye las nutrientes de la tierra”, asegura. El pinta un panorama poco alentador: “Tiró 15 pesos el kilo porque Kirchner no sabe cómo se hace el pan. ¡Si tienen que importar trigo, va a costar 20 pesos”. La campaña pasada se decidió por sembrar trigo, y éste fue el resultado: en total, cosechó 440.000 kilos, lo que equivale a 1.496 pesos por hectárea en seis meses de trabajo (la tonelada cotiza a 680 pesos). Y sus gastos por hectárea fueron: semilla, 158 pesos; fertilizante, 403; curasemilla, 31; nitrógeno (abono), 310; siembra, 90; cosecha, 160; fungicida, 53; glifosato, 87; aplicaciones, 28; alquiler, 510, flete, 195; intereses por financiación, 91; gastos por comercialización, 42. La suma de gastos es de 2.158 pesos por hectárea. “Por cada una que sembré, perdí 662 pesos, que en el total da 132.400 pesos en pérdidas. Y este año, entonces, sembré soja para amortizar las pérdidas de la cosecha anterior ¡y me llevaron las retenciones a las nubes! Mi pregunta es: ¿dónde están las ganancias extraordinarias de las que habla el Gobierno?”, protesta Sebastián. Como vive en Villa Elisa, un pueblo a 120 kilómetros del corte de Gualeguaychú, gran parte del tiempo que duró el piquete de los chacareros estuvo al costado de la Ruta 14, de día y de noche. Fueron muchos, como él, los productores que durmieron en los asientos de sus 4x4 último modelo, imagen que muchos utilizaron para poner en duda su reclamo. Fagúndez se defiende: “En junio me vence una de las cuotas de la cosechadora, otra de la sembradora y la cuarta de esta camioneta que ves acá. ¿Sabés cuánto es todo? ¡Cien mil pesos! Porque cuando a uno le va bien en el campo no se lleva la plata al exterior: la reinvierte en el país. Y esas cosas, al parecer, al Gobierno no le interesan”. Demetrio Melchiori: “En vez de retenciones a la soja, habría que poner impuestos a las ganancias” Como la mayoría de los productores que alquilan campos, junto a su hermano Antolín deben rotar los cultivos para fortalecer la tierra. En esta temporada les tocó el turno de la soja, pero por la suba de las retenciones dicen que también salieron perdiendo. Desde la crisis del 2001, los hermanos Demetrio (30) y Antolín Melcliori (28) alquilan 200 hectáreas para siembra. Y están obligados a rotar los cultivos para que la actividad sea sustentable. Esta campaña les tocó la siembra de soja y tuvieron un rinde de 2.400 kilos por hectárea, que cuesta en el mercado 870 pesos la tonelada, es decir, 2.088 pesos por hectárea. Y entre sus gastos figuran: semilla, 130 pesos; siembra, 90; inoculante, 11; fertilizante, 403; glifosato, 170; aplicaciones, 70; cipermotrina, 15; endosulfato, 30; funguicida, 53; cosecha, 190; flete, 160; intereses, 73; alquiler del campo, 750; comercialización, 44. Lo que da un total de 2.190 pesos. “Acá están los números del problema que hoy tenemos los productores chicos de soja. Porque con las retenciones móviles salimos perdiendo plata. Si nos fijan las retenciones al 35 por ciento, el valor sería de 1.100 pesos la tonelada y ahí sí nos quedaría un margen de ganancia. Hay que sacarlas y poner impuesto a las ganancias, como en todos los países normales”, asegura Demetrio. Casi el 90 por ciento de los productores agropecuarios no son dueños de los campos que trabajan, sino que los alquilan. Un dato para nada menor que, según Antolín, “el Gobierno nacional, por ignorancia o desidia, no tuvo en cuenta a la hora de fijar las retenciones móviles. Es muy distinto contar con 200 hectáreas sembradas y alquiladas, como la mayoría de nosotros, que 160 mil, como Gustavo Grobocopatel (uno de los dueños de Los Grobo S.A., el mayor pool de siembra del país)”. Hoy, la cotización local de la soja ronda unos mil pesos por tonelada y en la Bolsa de Chicago, mercado de referencia para los granos, ya superó los 500 dólares por esa cantidad. La demanda de los porotos de soja y sus derivados sigue en alza sostenida, empujada por las compras de los mercados chinos. Como era de esperar, estos altos precios están logrando que el cultivo de soja desplace a la ganadería, al tambo y a los demás cultivos en superficie trabajada. Sólo este año alcanzó el récord de 17 millones de hectáreas cultivadas, lo que representa la mitad de la superficie productiva de nuestro país. Néstor Villegas: “Con la ganadería gano 897 pesos por mes” Idéntica situación a la de los productores de granos es la que viven los de carne. Néstor Villegas (61), productor agropecuario, cuenta su realidad: “Nunca vivimos algo así. Hace más de veinte años que crío vaquillonas y lo de ahora es insostenible”. Los números que muestra le dan la razón. Posee un campo de 1.335 hectáreas, donde pastan unas 500 vacas, 200 vaquillas y 20 toros. En total, por año, vende 335 terneros que pesan 150 kilos a 3 pesos el kilo, lo que equivale a una facturación de 150.750 pesos. Y de gastos tiene: personal (3 empleados), 78.000 pesos; sanidad, 18.000; estructura, 15.000; administración, 6.000; impuestos inmobiliarios, 13.000; bienes personales, 10.000, lo que equivale a un total de 140.000 pesos. En total, la ganancia anual es de 10.750 pesos, menos de 897 por mes. El paro de más de cien días en el campo provocó desabastecimiento y una suba pronunciada de los precios. Sin embargo, para Néstor ellos no tienen la culpa. Y explica: “Hoy vendí más de 50 vacunos y el precio que nos pagaron siguió siendo el mismo, 3 pesos el kilo. Entonces no entiendo cuando dicen que la inflación se debe al campo. Además, que yo recuerde, hace más de 101 días que el INDEC dejó de ser creíble para los argentinos, y la crisis de combustible y energética la sufrió Néstor Kirchner en su presidencia. Mi pregunta es: ¿no será que el conflicto del campo les sirve para tapar todos sus problemas? Me causa mucha indignación cuando dicen que somos golpistas o desestabilizadores, porque siempre le pusimos el hombro al país, y cuando entendimos que había que hacer un esfuerzo para salir de la crisis, no lo dudamos. Ahora mismo, en lugar de suspender empleados, le buscamos la vuelta para que nadie se quede sin trabajo. Fuimos uno de los principales sectores que permitieron que bajara la desocupación, y pagamos el impuesto a las ganancias ¡antes de saber cómo nos va a ir en el balance! Y eso de que tenemos trabajadores en negro es otra de las tantas mentiras. Hoy nadie se arriesga a contratar a un trabajador sin papeles, porque si te hace un juicio, podés perder todo. Espero que ahora el Congreso implemente una política agropecuaria para que no tengamos que vender todo y jubilarnos antes de tiempo”. (Fuente: Gente)