C
on el cepo, que sería implementado por personal municipal, se mejoraría el funcionamiento alicaído del estacionamiento medido, vigente en calles céntricas y cuyo funcionamiento depende de una centena de tarjeteros, argumentó Leal. El dirigente añadió que entre los planteos que llevó el gremio al Ejecutivo figura la necesidad de actualizar el precio de las tarjetas cuyo costo es de un peso por hora. Este último requerimiento lo justificó comparando lo que cobran las playas de estacionamiento por similares servicios. “Dejar el auto en un estacionamiento privado cuesta dos o tres pesos por hora”, ejemplificó. La ejecución de estas medidas quedaría a cargo de un área específica, que se crearía dentro de la Subsecretaría de Tránsito y Transporte y que estaría integrada por miembros del Suoyem. Hay un grupo de trabajadores municipales que se ha ofrecido para fabricar los cepos e incluso ya se habría hecho uno, de muestra. “Prácticamente lo tenemos elaborado”, resumió el representante gremial y explicó que el instrumento le saldrá más barato a la Comuna que si realiza la compra en el mercado. “Le ha parecido bien (la alternativa de fabricación) al subsecretario”, dijo Leal. Por otra parte, informó que está vigente la ordenanza que habilita la aplicación del cepo en la ciudad y dijo que la posibilidad de implementación cayó bien entre los tarjeteros, pues con un mayor control venderían más permisos para estacionar y obtendrían más dinero, razonó. En ese marco, los tarjeteros expresaron la necesidad de una suba en el precio de la tarjeta, inquietud que ya se trasladó al Municipio, apuntó el dirigente. De todas maneras, Leal aclaró que se tratan de propuestas sobre las que decidirá el Ejecutivo municipal. Para Leal, la puesta en marcha del cepo requerirá un paso previo indispensable: una campaña de concientización y difusión. Es que, según el dirigente, una primera etapa de información optimizará el alcance de la medidas, tan necesarias ante un tránsito cada vez más nutrido y desordenado. Al respecto, señaló que ha crecido notablemente la cantidad de autos y motos en la ciudad, mientras que el cuerpo de inspectores de tránsito se vuelve insuficiente y la Comuna carece de las herramientas necesarias para el control. En ese sentido, mencionó la falta de vehículos: “En tránsito contamos con una grúa y una camioneta, carecemos de movilidad”, afirmó. El último recuerdo de la aplicación de la antipática traba en la rueda de los vehículos se remonta al primer semestre de 2002, cuando todavía estaba vigente en la ciudad el Sistema de Estacionamiento Ordenado (SEO), aplicado por la empresa porteña Dakota. El sistema, que tanta polémica y crítica generó en Paraná, se comenzó a instrumentar en agosto de 1998 hasta junio de 2002, momento en que se rescindió el contrato de concesión y la empresa inició un juicio que ganó y que ahora la Comuna está abonando. Tras el alejamiento de Dakota transcurrieron casi dos años, hasta que se tratara de encarrilar el estacionamiento en el microcentro. Fue en 2004, cuando comenzó a regir el estacionamiento medido, sistema instrumentado por la Municipalidad con la participación de tarjeteros.