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ace alrededor de un mes la cúpula policial había dado precisas órdenes a los directores de cada una de las divisiones operativas sobre detectar aquellos lugares donde podían acumularse todo tipo de armas de fuego que circulan por fuera del circuito legal. La medida, en prevención y resguardo de lo dispuesto por la Ley Nacional de Armas y Explosivos Nº 20.429, abarca las armas que al carecer de todo tipo de control legal, generalmente son utilizadas -hay un verdadero mercado negro en nuestra ciudad y zona de influencia- para delinquir. Además, sus tenedores llegan, inclusive, a alquilarlas o venderlas a buen precio ya que, cuando se utilizan en robos calificados u homicidios, por lo general desaparecen definitivamente o, al menos, por un tiempo prolongado. Ayer, en la Sala de Situación de la Jefatura Central de Policía, el titular de la Dirección de Investigaciones, Alejandro García, y el jefe de la División Robos y Hurtos de esa neurálgica dirección, José Herrera, en conferencia de prensa, mostraron un pequeño y peligroso arsenal de armas, cortas y largas, junto a una importante cantidad de cartuchería y otros elementos relacionados con el rubro, secuestrados en una vivienda y un comercio de Hernandarias que estaban bajo una discreta vigilancia. En tal sentido, Alejandro García, enfatizó que “este primer procedimiento se realizó en base a expresas directivas del Comando superior de la fuerza, para que se realizaran tareas de inteligencia sobre los lugares donde se podrían acopiar armas dentro del circuito clandestino y en virtud de los ilícitos que se venían produciendo en los últimos meses en todo el territorio provincial”. El alto oficial informó que “dentro de esas directivas, el personal de Robos y Hurtos puso especial énfasis en su jurisdicción, consiguiendo detectar un comercio y la vivienda familiar de su propietario en Hernandarias, que fueron puestos bajo una discreta vigilancia policial”. Esa tarea de inteligencia, según lo informaron fuentes extrajudiciales, pudo determinar que en la ferretería conocida como Casa Rey ubicada en calle Irigoyen s/n, propiedad de Manuel Alberto Rey, un hombre mayor de edad y domiciliado en esa localidad que se dedica también a trabajar como guía en excursiones de caza -generalmente ilícitas-, estaban ocurriendo cosas muy sospechosas con relación a la venta de armas y cartuchería. Una de las cosas que llamó más la atención a los investigadores fue la existencia, en la ferretería, de cajas de proyectiles 9 mm que se vendían, increíblemente, al menudeo al precio de 1,50 cada una cuando se sabe, que en el mercado legal, estos cuestan no menos de 5 pesos cada uno y que deben venderse bajo el amparo de documentación legal, con todas las precauciones del caso. Ese irrisorio precio, marcado en las cajas, sin lugar a dudas le permitía a cualquier delincuente comprar esas balas, baratas y sin ningún tipo de control. Lo mismo ocurría con los proyectiles y cartuchería de otros calibres. El jueves, con los recaudos legales correspondientes otorgados por el Juez de Instrucción en Turno, Roberto Ruhl, los policías allanaron y requisar ambas viviendas en forma simultánea. El propietario de la ferretería no estaba en ninguno de los lugares -luego se estableció que estaba en el sur argentino por cuestiones personales- pero los procedimientos igualmente se concretaron. Grande fue la sorpresa por la gran cantidad de armas, proyectiles y otros elementos -inclusive llamó poderosamente la atención la existencia de una recargadora de cartuchos que por su modernidad y rapidez era totalmente desconocida en este medio- que se vendían en el lugar o que estaban en la vivienda de el tal Rey, la mayoría de ellas consideradas como armas de guerra. (El Diario)