Jueves 10 de abril de 2008
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Policiales
Juzgan a un joven acusado por un crimen
Luis Alberto Luisao Arregui prestó declaración indagatoria ante el tribunal de la Sala Nº 2 en lo Criminal de Paraná y sostuvo su inocencia por el delito que se le imputa.

T

al es el de haber dado muerte de dos disparos a Andrés Eduardo Cortito Alarcón el lunes 28 de mayo de 2007 alrededor de las 20.30 en la puerta de la casa de la víctima, sita en una calle pública sin nombre en barrio Jorge Newbery en la capital entrerriana. Ante el jurado integrado por Raúl Herzovich, Héctor Villarodona y Jorge Barbagelatta, el joven de 22 años oriundo de Avellaneda en Buenos Aires, relató lo que hizo el día en que Alarcón fue ultimado y recordó que cuando lo fueron a detener el martes a la noche no se resistió, “le puse las manos (a los efectivos que fueron a buscarlo) y me entregué” recordó. Además, señaló: “Me amenazaron a mi familia, que me podían llegar a matar a un hermano”, y agregó que fue “la familia del difunto y los que me fueron a detener. Por los dos lados recibí amenazas”. Interrogado acerca de la relación que lo vinculaba con la víctima, Arregui sostuvo que “lo conocía de vista, de jugar al fútbol y a la concubina no la conozco, hasta ahora no sé quién es”. Sin embargo, Cecilia Mendoza, concubina de Alarcón, sostuvo lo contrario ante el tribunal, puesto que señaló al imputado como la persona que estuvo en dos oportunidades en la puerta de su casa preguntando “por Cortito”. La primera vez, según relató ayer Mendoza, ocurrió una semana antes del hecho, cuando Luisao acompañado por otro joven golpeó a la puerta de su casa, ella lo atendió y aquél le preguntó por un tal Peteco. Ella le contestó que en el barrio vivían tres muchachos a los que apodaban Peteco, por lo que entró a la vivienda y salió Alarcón y habló con ellos. La segunda oportunidad tuvo un desenlace fatal. El 28 de mayo a las 20.30 Arregui golpeó a la puerta, casi como en un deja vú Mendoza atendió y sostuvo con seguridad que el imputado estaba parado frente a ella y que, si bien la iluminación de la calle no era buena, le vio bien el rostro cuando abrió la puerta y la luz que emanaba el foco de 100 vatios que tiene en la habitación dio de lleno en Arregui. La joven mujer recordó que “tenía las manos en los bolsillos, se reía y me preguntó por Cortito” y agregó que detrás, pero bastante alejado de ellos estaba otro muchacho que no pudo identificar, esperando en una moto encendida que hacía mucho ruido. Mendoza recordó que ingresó a la casa, casi enseguida escuchó tres disparos y que Alarcón entró corriendo a la casa, la empujó y cerró dos puertas; en este punto del relato la voz de la mujer se iba apagando a medida que se acercaba al momento en que su pareja dejaba de existir. En ese sentido agregó que Alarcón, ya herido, le pidió que llamara una ambulancia por celular pero no tenía crédito, y rememoró: “Le pregunté si eran los mismos que habían venido la vez anterior y me dio a entender que sí moviendo la cabeza porque estaba muy descompuesto; después reaccionó, se sentó, me dijo que me amaba y se cayó de nuevo”. Sin embargo, Mendoza no pudo precisar si Arregui fue el autor de los disparos, puesto que no vio quién le disparó a su concubino, y sólo pudo sostener que Arregui fue quien golpeó a la puerta de su casa. También prestó declaración testimonial Stella Maris Góngora, tía de la víctima, quien señaló que vio a Arregui a unos 100 metros de la casa de su sobrino cuando iba con su hija Valeria a un kiosco ubicado en cortada 510. Góngora sostuvo que vio al imputado junto a otro joven que no pudo identificar y que lo reconoció porque era de la zona de calle Hernandarias, donde vivía antes Arregui. En este punto, el defensor de Arregui, Alberto Silva Velazco, señaló una contradicción en el testimonio de Góngora al exhibir que en su declaración ante la jueza de Instrucción sostuvo que “no le vio la cara a ninguno de los dos” porque estaba oscuro e iban bien tapados. En la misma instancia sostuvo que “estaba segura que era Luisao”. Además, en una declaración anterior en sede policial sostuvo que el que iba de acompañante en la moto era Arregui. Conminada a que explique tales contradicciones, la mujer se puso nerviosa y atinó a decir que “en el primer caso (en sede policial) era el día del velatorio de su sobrino y estaba muy mal”, y en relación al segundo caso, una semana después, explicó que “estaba medicada”. Sin embargo, ayer aseguró que vio al imputado y sostuvo: “Sí le vi la cara, de esa cara no me olvido”. (UNO)
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